jueves. 15.05.2025

En estos momentos seguimos sin saber a ciencia cierta qué va a pasar con los pocos pescadores que nos quedan, qué va a suceder con las enormes expectativas creadas una vez que Marruecos ha tenido a bien volver a abrir el acotado banco canario-sahariano. Y decimos bien, canario-sahariano, porque sigue siendo un lugar cuyas aguas no cuentan con reconocimiento oficial de soberanía por parte de los estamentos oficiales que deben certificar el caso.

Este lunes nos enteramos de que los atuneros lanzaroteños ya están preparados para salir hacia tierras marroquíes para pasar la inspección técnica necesaria para faenar en el caladero del país africano. Exactamente son ocho las embarcaciones de pesca que tienen previsto empezar a salir en pequeños grupos hacia Marruecos para terminar con las gestiones necesarias para obtener las licencias que les permitan faenar en este caladero.

Después de más de siete años sufriendo la prohibición de entrar en la zona perteneciente al banco canario-sahariano, el Gobierno de Marruecos ha llegado a un acuerdo para permitir a 119 embarcaciones de la Unión Europea faenar en las aguas que reclama como propias.

Han sido más de siete años de angustia, más de siete años de reconversión, de vergonzoso y lamentable desguace, más de siete años en los que se ha cumplido un plan perfectamente diseñado por un terrible comisario, el austriaco Franz Fischler, que asumió sin complejos la misión que le encomendaron de terminar con gran parte de la pujanza del sector primario de este país. Empezó eliminando vacas, siguió talando olivos y concluyó desguazando barcos. Todo un maestro en el arte de desmontar cosas el señor Fischler. Pero eso no fue lo malo, lo malo fue la escasa o nula contestación por parte del Gobierno español, primero del último Gobierno socialista de Felipe González y después del primer Gobierno de José María Aznar. Ambos se plegaron a las duras exigencias de la Unión Europea (UE), que a su vez se plegó a las exigencias del siempre protegido reino de Marruecos.

España copa 100 de las licencias concecidas, de las que 37 son para Canarias. Ahora mismo, los atuneros lanzaroteños son las primeras embarcaciones de la Isla que se han adelantado en el pago de las licencias a la tesorería marroquí y en la tramitación de los requisitos burocráticos necesarios para presentarse a la inspección técnica que esperan pasar esta misma semana los primeros atuneros.

Se trata sin duda de una pequeña puerta abierta a la esperanza del sector, un sector mermado hasta límites insospechados, cuyo futuro real es imposible calibrar en estos momentos.

En estos momentos de florecimiento del ecologismo se habla mucho de la esquilmación de los mares, y se habla bien, porque es un bien que hay que proteger por encima de casi todas las cosas. Sin embargo, poca gente habla de la esquilmación de los pescadores, de la dificultad que existe ya para encontrar gente dispuesta a echarse a la mar para coger pescado. ¿Cuál es el futuro que nos espera, qué pasaría si nadie pescara, qué pasaría si dedicáramos el cien por cien de nuestros esfuerzos laborales a los vaivenes del turismo? Es sencillo, estamos a las puertas de que llegue la respuesta a estas preguntas.

La pesca, el ocaso y la esperanza
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