En nuestra edición de este miércoles tenemos que significar los numerosos conflictos laborales que se están produciendo precisamente en estos momentos, a menos de un mes de que se celebren unas elecciones locales y autonómicas. Lo hacemos además después de que el martes se viviera una más que tensa jornada de huelga en los Centros Turísticos, con denuncias ante la Guardia Civil incluidas, y lo hacemos además después de que este mismo día se celebrara el Día del Trabajador con un poco frecuente enfrentamiento entre las dos principales centrales sindicales del país, CC OO y UGT.
Como explicamos en uno de los artículos, son muchos los problemas laborales, la mayoría, por no decir todos, vinculados con la función pública. Los bomberos, los educadores del CAME, los docentes del Conservatorio de Música, el personal de Servicios Sociales, los trabajadores de los Centros Turísticos o los trabajadores de la Policía Local de Arrecife son algunos de los empleados que tienen algún tipo de conflicto en estos momentos.
Evidentemente no es casual. Todos, en mayor o menor medida, quieren aprovechar el tramo final de este mandato. ¿Es lícito? La respuesta es que sí, es lícito hacerlo, aunque, como sostienen muchos ciudadanos, es bastante cuestionable. Especialmente cuando los métodos de presión sobrepasan los límites del respeto a la libertad individual de cada persona a actuar como le dicte su conciencia.
En esta misma sección hemos expuesto que existe preocupación en parte de la población por la utilización de un periodo en teoría tan bonito e importante para los que confían en este sistema de participación como es la precampaña y la campaña electoral para que se planteen todo tipo de conflictos, tanto laborales como políticos como judiciales.
Como ya explicamos, no queremos que nadie piense que en este diario estamos en contra de las en muchos casos justas reivindicaciones de los trabajadores. En absoluto. Sin embargo, sí que damos la razón a aquellos que entienden que este tipo de conflictos no se tendrían que plantear a las puertas de las elecciones. Hay que pensar, por ejemplo, que los mandatarios de las instituciones de ahora puede que no sean los mismos que estén después de mayo, con lo que no sería justo que simplemente por no perder unos cuantos votos se aceptara cualquier reivindicación que se heredara por aquellos que no han tenido la capacidad de negociar.
Por tanto, y subrayando el hecho de que no estamos entrando en el análisis del contenido de ninguna reivindicación, lo normal sería no intentar aprovechar el momento para sacar tajada. Entendemos eso sí que la tentación es grande, y que la clase política está muy mal acostumbrada, y suele trabajar y asumir compromisos de última hora simplemente para intentar adelantar algún obstáculo que les ofrezca cierta ventaja en las urnas.