Cuando todavía nos retumba en los oídos el eco de los pasados comicios locales al Parlamento, Cabildo y ayuntamientos, empieza a dibujarse en la línea del horizonte la inminencia de otra cita con las urnas (para los que se acerquen a las mismas, que cada vez van siendo son menos): las elecciones generales, que están a casi medio año de distancia, y que -casualmente o no- volverán a tener lugar apenas caídos los disfraces de los carnavales, que también en 2008 vendrán muy adelantados. Casi todo es disfraz, y tantas caretas se ven en carnavales como en las campañas electorales, como ya todos tenemos más que visto y comprobado en lo que llevamos andado del actual período democrático en España.
A escasos seis meses para la celebración de esa nueva cita electoral, ni los partidos políticos asentados en Lanzarote ni los principales actores de los mismos que han venido desempeñando cargos públicos u orgánicos han dado hasta el día de hoy el mejor de los ejemplos en su calidad de representantes de la cada vez más hastiada ciudadanía. Un hastío que luego se ve perfectamente reflejado en la creciente abstención electoral que se registra en nuestra isla, que sigue siendo la más abstencionista de toda Canarias desde los albores de la actual etapa democrática... y alguna culpa tendrán de esa antipatía hacia el voto los que deberían saber ganárselos a pulso dando buen ejemplo desde sus cargos públicos u orgánicos.
Lanzarote es, además, la isla en donde tradicionalmente se ha venido registrando una mayor inestabilidad política en las distintas instituciones públicas. Recuérdese lo sucedido en el anterior mandato insular en el propio Cabildo conejero, por cuya poltrona presidencial pasaron y se posaron hasta siete (7, se escribe fácil) traseros. Con tamaño historial político, ¿cómo se les puede pedir luego a los sufridos y ninguneados ciudadanos que acudan confiados a votar? Y teniendo en cuenta que en Lanzarote apenas estará en juego quién será el representante de la isla en el Senado, esa Cámara muerta...
Eso por no hablar de la otra manifiesta inestabilidad en el seno de los distintos partidos políticos, que tampoco es un ejemplo muy edificante. Prácticamente ninguna de esas formaciones ha permanecido al margen y casi todas han sufrido crisis internas: PIL, Coalición Canaria, PP, PSOE y Alternativa Ciudadana. Todos han estado enfrascados hasta casi ayer mismo en querellas internas, con fuertes críticas que se hacen públicas en los medios de comunicación, abonando todavía más, si cabe, la apatía ciudadana hacia la clase política local.
Ahora, de cara a las elecciones generales del próximo mes de marzo de 2008, la gran (pero muy mal avenida) familia que se reclama como nacionalista anda, en Canarias en general y en Lanzarte muy en particular, en el intento desesperado de acudir juntos y revueltos a esa cita ante las urnas. Pero la empresa es harto complicada, por no decir que directamente imposible, tantas y tan profundas han sido las heridas causadas, que todavía permanecen abiertas o en carne viva, y va a pasar mucho tiempo antes de que cicatricen, si es que lo hacen alguna vez. Han ido quedando demasiado cadáveres en el camino como para hacer la vista gorda y mirar para otro lado. Aparte de que los personalismos se siguen imponiendo a los proyectos políticos, si los hubiera.
Con todo este caldo de cultivo, parece evidente que no hará falta recurrir a ninguna encuesta (en los sondeos, curiosamente, nunca se les pregunta a los encuestados si piensan votar o abstenerse, cuando que es un dato que tiene una importancia trascendental, teniendo en cuenta el mencionado y creciente índice abstencionista) para adivinar, sin ni siquiera recurrir a grandes dosis o derroche de imaginación, la más que previsible y altísima abstención que a buen seguro se va a registrar allá por marzo del próximo año. Y es de esperar que al menos los políticos no acaben después echándole la culpa de esa más que cantada abstención a los propios votantes potenciales, que ya sería el colmo de la desfachatez, pues también en democracia se suele cosechar de lo mismo que se siembra.