En estos momentos son muchos los habitantes de las Islas que se preguntan si hay motivos reales para estar preocupados por el monumental enfado que tienen en el país vecino (que no amigo) de Marruecos por la reciente visita de los Reyes de España a las Ciudades Autónomas de Ceuta y Melilla. Nosotros también nos lo preguntamos, y lo hacemos con la preocupación lógica de quienes conocen muy bien cómo se las gastan en el país africano, tan próximo a Canarias que en ocasiones se ha sentido su aliento en el cogote de quienes la habitan.
No hace falta que nosotros recordemos ahora las muchas cuestiones que tienen que conducir a una reflexión sobre el tema. Baste con saber que en Marruecos, desde su rey, Mohamed VI -menuda decepción está suponiendo cuando parecía que iba a ser quien metiera de lleno al país en la senda de la democracia y de la modernidad-, hasta el último de sus habitantes sueñan con que un día Ceuta, Melilla y Canarias se incorpore a ese mapa que luce el monarca alauí en su despacho oficial. Hay motivos para la preocupación, y resulta bastante lamentable que Canarias no haya sido consultada para que los Reyes realicen ahora una visita a Ceuta y Melilla que ha provocado un monumental enfado en Marruecos.
Basta para ello conocer lo que dijo Mohamed VI en un comunicado oficial. El rey manifestó este martes su “condena” y “denuncia” de la “lamentable2 visita de Don Juan Carlos y Doña Sofía a las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla. En la nota, el monarca califica el viaje de “paso contraproducente” que “ataca los sentimientos patrióticos sólidamente arraigados entre todos los componentes y sensibilidades del pueblo marroquí”. “Hay que hacer que las autoridades españolas asuman su responsabilidad en cuanto a las consecuencias [de la visita] que podrían poner en peligro el futuro y la evolución de las relaciones entre los dos países”, señala el texto, distribuido por la agencia MAP una hora antes del discurso oficial del rey con motivo del 32º aniversario de la Marcha Verde. Mohamed VI añade que el viaje constituye una “flagrante falta de respeto por parte del Gobierno español de la letra y el espíritu del Tratado de Amistad, Buena Vecindad y Cooperación de 1991”, y lo califica asimismo de “acto nostálgico de una era sombría y decididamente superada”.
¿Tiene razones Mohamed VI para mostrar semejante enfado, para hacer una amenaza de este calibre? Pues razones históricas no, aunque sí políticas. Y las tiene porque el Partido Socialista (PSOE) se ha caracterizado precisamente por saber mantener una convivencia más que saludable con este país, todo lo contrario de lo que ocurrió con los gobiernos del Partido Popular (PP).
Ahora bien, ¿quiere decir esto que tenemos que estar todo el tiempo con una actitud temerosa con un país que se ha dedicado históricamente a tocar las narices de España? Pues tampoco, ni hay que mantener una actitud de provocación constante ni hay que tener miedo a Marruecos.
La última que nos hicieron, y que afectó seriamente a Canarias, tuvo que ver con su permisividad con el tema de la inmigración. Hay que significar que efectivamente Marruecos está sufriendo las consecuencias de las oleadas de inmigrantes subsaharianos que utilizan su territorio para huir del hambre y del terror que se impone en sus países de origen. Y lo hacen porque lo permite cuando le interesa. ¿O es que hay alguien con dos dedos de frente que crea realmente que si el reino que dirige con mano diestra y siniestra el hermano menor de nuestro monarca quisiera frenar las oleadas no las frenaría sobre la marcha? Pues claro, lo que pasa es que no les interesa, o no lo interesaba, hasta que llegaron los socialistas al poder en España, y la cosa cambió.
En Canarias, por desgracia, sabemos mucho de las malas artes de Marruecos. No nos cansaremos de repetir que fue José María Aznar el que explicó en una comparecencia en el Congreso de los Diputados a las tantas de la noche que lo de participar con Estados Unidos en la guerra de Irak tuvo mucho que ver con los deseos expansionistas de Marruecos y su estrategia de alianzas internacionales. Entre sus deseos expansionistas se incluye Ceuta, Melilla y Canarias. Para medir sus fuerzas tomaron el Islote de Perejil, con el resultado que ya vimos, aunque antes retiraron sin motivos aparentes a su embajador en Madrid. Y sabemos en Canarias de las malas artes de Marruecos porque aquí conocemos como en ningún otro lugar lo que están haciendo en el Sahara, sabemos cómo se han hecho los ciegos cuando les ha interesado con las mafias que trafican con seres humanos. No es casualidad que durante la etapa de gobierno del PP, cuando prácticamente no había relaciones, llegaran las pateras como si fuera el Desembarco de Normandía. No es casualidad tampoco que durante el gobierno del PSOE se haya reducido drásticamente esta triste estadística. Fueron cómplices de las decenas de muertes que conocemos y de las otras muchas que no conocemos. Permitiendo que salieran las barquillas fueron responsables de las funestas consecuencias de muchas de las travesías. Por eso no están ahora para dar lecciones a nadie de nada, aunque pueden tener razón en que la extraña visita de los Reyes de España en estas extrañas circunstancias se podría haber evitado.