jueves. 15.05.2025

Hace unos meses dedicamos este espacio a hablar de que el consejero de Economía y Hacienda del Gobierno de Canarias, José Carlos Mauricio, se había convertido para Lanzarote en una especie de Mister Marshall. Aclarábamos eso sí que al contrario que en la genial película de Berlanga, Lanzarote no es un pueblo de la posguerra que necesita de la generosidad de una superpotencia como eran los Estados Unidos de entonces. Lanzarote es una sociedad moderna, avanzada, con presente y con futuro, una sociedad que sin embargo tiene infinitas carencias derivadas de dos factores principales: por un lado, el más que notable crecimiento poblacional de la última década, con niveles que no tienen comparación posible con ningún otro lugar de la Unión Europea (UE); por otro lado, la deuda histórica que arrastra la Comunidad Autónoma de Canarias desde que terminó la dictadura franquista, una deuda histórica que casi siempre se ha reconocido pero que jamás se corrige.

La idea por tanto era la de que conseguir que el político grancanario solvente, a ser posible antes de que acabe la legislatura, esos dos desajustes que padece la sociedad de esta parte del Archipiélago, para lo que se han creado dos planes que tienen como objetivo prioritario invertir una cantidad de más de 500 millones de euros en los próximos cinco años.

Pero, claro, en Lanzarote tenemos motivos más que suficientes para la desconfianza, tantos como excusas tiene el Gobierno regional para justificar la ausencia de inversiones.

El caso es que José Carlos Mauricio estuvo entonces en Lanzarote, visitó el Cabildo, se reunió con los alcaldes de los siete ayuntamientos y propuso hacer un esfuerzo extra, incluyendo también al Ejecutivo canario, para acometer en un plazo de dos años las infraestructuras sanitarias y educativas que resuelvan la demanda de servicios sociales provocada por el crecimiento poblacional de la Isla en los últimos ocho años. Las inversiones, que suman 114,3 millones de euros, están recogidas en el Plan de Acción Social de Lanzarote que protocolizaron en la reunión. Asimismo, las administraciones firmaron el compromiso de ejecutar medidas para la promoción y dinamización de la Isla.

El Plan de Acción Social y el de Dinamización Económica están enmarcados en el Programa Especial de Medidas para Lanzarote 2006 - 2010, que prevé una inversión total de 510 millones de euros.

Fue el propio Mauricio el que insistió a los alcaldes en la urgencia de apurar la redacción de los proyectos para evitar que se produzca una “crisis social”. Los datos aportados por el Ejecutivo revelan el empeoramiento de la calidad de vida de los lanzaroteños. A pesar de haber incrementado las infraestructuras, la economía real de la Isla no camina bien. Hay menos plazas educativas y menos médicos por habitante, entre otras muchas cosas.

Como suele suceder siempre, ya vamos con cierto retraso, porque este asunto se tendría que haber liquidado hace tiempo. Nos consta que desde el Área de Economía y Hacienda del Cabildo se ha hecho un magnífico trabajo, con el equipo que coordina el consejero Luis Celestino Arráez.

Bueno, este viernes vino sin demasiado bombo y platillos el consejero de Economía del Gobierno regional, y lo hizo para anunciar que va a cumplir con gran parte de las promesas que realizó en su día, dando fechas y plazos de ejecución de las obras, que es al fin y al

cabo lo que esperan los ciudadanos.

Parece que la presidenta del Cabildo, Inés Rojas, que estuvo al lado de Mauricio durante la rueda de prensa, ha cogido este particular toro por los cuernos. Habría que recomendarle que no baje la guardia, y que haga lo posible para que no se vuelvan a volar las inversiones. Esta vez no hay que dar excusas a nadie. Hay que presentar los proyectos, hay que presentar iniciativas, hay que hacer lo que sea para que se realicen las obras, y no sólo porque estemos a menos de un año vista de las elecciones locales y autonómicas.

Ahora a todos nos toca trabajar en una misma dirección, vigilando de cerca al propio consejero de Economía y Hacienda del Gobierno de Canarias, para recordarle, en el caso de que no cumpla con lo prometido, que las palabras no siempre se las lleva el viento.

Mauricio va concretando
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