Estamos a punto de entrar en el mes de febrero, mes en el que se van a determinar numerosas cuestiones políticas de interés para afrontar lo que será ya oficialmente la campaña electoral. Y decimos oficialmente porque extraoficialmente ha empezado hace tiempo.
De acto de campaña total se puede calificar la visita del presidente del Partido Socialista Canario (PSC), Jerónimo Saavedra, a Lanzarote, una visita que tuvo numerosas anécdotas que dejan entrever el futuro que se plantea para el socialismo insular.
Sin embargo, lo que hay que destacar del líder de los socialistas -nadie discute ya que es la persona que más manda en el partido- es la lucidez, la simpatía y la energía con la que se expresó este lunes en uno de los habituales diálogos que mantiene con Agustín Acosta en el programa “El Despertador” de Lanzarote Radio, en una entrevista que todos los lectores de nuestra edición digital, www.cronicasdelanzarote.es, pudieron leer tranquilamente.
Jerónimo Saavedra ha demostrado una vez más las ganas con las que afronta el nuevo reto, el que le tiene todo el día de acá para allá, que no es otro que el de arrebatar al Partido Popular (PP) la Alcaldía de Las Palmas. Aunque comenzó suave, aunque al principio hablaba de Pepa Luzardo como de la amiga que es, Saavedra ya se ha puesto la camisa de faena y ha comenzado a repartir a diestro y siniestro.
De hecho, ha dejado claro -lo pueden leer hoy en este periódico-, que tanto en el PP como en Coalición Canaria (CC) están disparando con bala de fogueo en su intento de desacreditar al ministro de Justicia, Juan Fernando López Aguilar. Es más, dice de ambos partidos que sus críticas a la independencia judicial podrían tener que ver con prácticas a las que están acostumbrados.
La política canaria empieza ahora a animarse, a animarse de verdad, en lo que se tiene que animar, que no es otra cosa que en la confrontación de ideas, en la confrontación dialéctica. Aquí, desde luego, haremos un seguimiento exhaustivo a todo lo que vaya sucediendo, y procuraremos
contárselo antes que nadie.