Este miércoles una noticia de agencia nos volvía a situar en la pista de los muchos desmadres que se están produciendo con Lanzarote. Una vez más hacía referencia a los evidentes problemas que está teniendo Lanzarote con el abastecimiento de productos. Un problema que no llega a provocar falta de alimentos pero sí que éstos tengan unos precios desorbitados en comparación con Gran Canaria o Tenerife y mucha menor calidad. Con mucho tino, en esta información que reproduce en su edición de hoy este diario, se pone como ejemplo que si un kilo de naranjas cuesta 0,70 euros en Gran Canaria, el consumidor lanzaroteño pagará 7 céntimos más. La causa de esta diferencia del 10 por ciento se encuentra en que el sistema actual por el que llegan los barcos con estos productos a la Isla no es el adecuado. Una situación compleja en la que intervienen diversos factores. En primer lugar la decisión de que el barco que viene a Lanzarote desde la Península lo haga el jueves por la noche en lugar del martes o el miércoles, como máximo. Esto supone, según las fuentes consultadas en la Cámara de Comercio, que la calidad de los alimentos disminuye sensiblemente, debido a la merma según pasan los días por la evaporación de agua del alimento fresco, ya que lo supermercados no lo ponen en las estanterías hasta el lunes.
Además, como ya sabemos, la reorganización de Trasmediterránea ha eliminado la ruta desde Cádiz. El único barco que conecta Lanzarote con la Península sale ahora desde Valencia, si no hay problemas como mal tiempo llega a Arrecife el jueves por la noche y a Gran Canaria el fin de semana. En las islas recoge plátanos y el lunes llega cargado a Valencia para distribuir esta fruta durante toda la semana por la Península. La diferencia es que Las Palmas no recibe en ese barco alimentos perecederos, ya que estos llegan a la capital a principios de semana en otro barco mucho más frescos.
Es muy lamentable que ante la situación los importadores de Lanzarote se vean obligados a traer la mercancía de la Península a través de Gran Canaria, con el consiguiente incremento de precios debido a que hay que pagar dobles fletes, esto es, el barco Península-Canarias y el que viaja entre islas. Así, si un contenedor entre Valencia y Las Palmas cuesta unos 2.800 euros (cifra similar a la que supone una embarcación directa entre Cádiz y Lanzarote) los empresarios de Lanzarote pagan además otros 1.600 euros por trasladarlo después entre ambas islas.
Como ya informó en su día este diario, el Ministerio de Fomento considera que Trasmediterránea está cumpliendo el contrato por el que la naviera recibe subvención del Estado para el transporte de pasajeros entre la Península y Canarias. Luis Fernando Palao, director general de Transportes, comunicó en su día a la delegación de Lanzarote y Fuerteventura presente en Madrid que su Ministerio no puede actuar ni presionar a la naviera con la carga que lleva el barco puesto que el convenio firmado entre ambas partes se ciñe exclusivamente al transporte de pasajeros. No obstante, el responsable de Fomento se comprometió a mantener en los próximos días una reunión con Trasmediterránea Acciona para analizar posibles vías de solución. Desde entonces, y han pasado unos meses, no hemos vuelto a saber nada.
Lanzarote por tradición ha sido la isla de las limosnas, un lugar que jamás ha recibido ni una décima parte de lo que ha dado, que siempre tiene que ir mendigando para que atiendan sus necesidades más básicas.
Hace unos meses, la presidenta del Cabildo de Lanzarote en funciones, Inés Rojas, tildó de “clarificadora” la reunión sostenida en Madrid con Trasmediterránea, revelando que la naviera mantendrá “provisionalmente” los itinerarios que actualmente operan tanto en las rutas interinsulares como los de la Península. Es decir, Lanzarote se quedaba con las rutas que tiene, aunque un barco que estaba previsto que haga rutas interinsulares podría tapar, en dos meses, el hueco dejado por el Superfast Galicia, que hacía dos veces por semana la ruta Las Palmas-Arrecife. Del mismo modo, el barco procedente de Cádiz continuaría llegando a Lanzarote los miércoles, como hasta ahora. Aunque hay que valorar el esfuerzo realizado por las autoridades de las dos islas afectadas -las de siempre, Lanzarote y Fuerteventura-, hay que reconocer que las concesiones que realiza la antigua empresa pública son siempre justas y limitadas. Sabemos por tanto que Trasmediterránea tampoco va a realizar ningún tipo de esfuerzo que suponga una merma en lo que suponemos que son unos enormes beneficios teniendo en cuenta que prácticamente no tiene competencia.
Después de todo lo ocurrido, sólo nos queda confiar en la promesa de la compañía, tendremos una vez más que creer que, efectivamente, se va a trabajar para impedir que Lanzarote sea una isla tercermundista en aspectos tan fundamentales como los que tienen que ver con la alimentación o las telecomunicaciones.