Ahondamos y abundamos hoy en lo que apuntábamos ayer en este mismo espacio editorial con respecto a los escasos resultados reales que en la práctica ha supuesto la entrada en vigor del denominado carné por puntos, en donde por falta de espacio no nos cupo detallar las cifras de las personas fallecidas en toda España en lo que llevamos andado del actual verano y contrastarlas con ejercicios inmediatamente anteriores. Tal y como se informaba este martes en toda la prensa nacional, en 2007 han muerto 539 personas en todo el país en accidentes de tráfico, sólo durante los meses de julio y agosto. En total, 11 fallecidos más que en los mismos meses de 2006, un 2% más que en idéntico período del año anterior.
Ante esos datos, las asociaciones de conductores se han adelantado ya a reclamar más agentes policiales y mejores infraestructuras en las carreteras. Es lo mínimo y lo lógico. Dicho en plata: “Más guardias y mejores carreteras”, tal y como titulaba este martes el diario ABC.
Ya apuntábamos ayer que, pese al bombo y platillo político y mediático que se le concedió a la iniciativa, es lo cierto que la entrada en vigor del carné por puntos no ha dado finalmente los resultados apetecidos. Y declaraba esta misma semana el director de Seguridad Vial, Tomás Santos Cecilia, que “el carné por puntos está perdiendo efectividad y los conductores se están relajando”. ¿Se está pensando, entonces, en incrementar las sanciones? El presidente de la denominada Asociación Estatal de Víctimas de Accidentes (DIA), Mario Arnaldo, aconseja que “el Gobierno debería trabajar para solucionar la crítica situación de inseguridad social”.
Incluso un periódico tan declaradamente pro-gubernamental como El País no ha tenido más remedio que rendirse ante la evidencia de las cifras, y este martes editorializaba de la siguiente guisa: “Los malos datos sobre accidentes de tráfico este verano han hecho inmediatamente que se propale un sentimiento de que el carné por puntos, que entró en vigor en julio de 2006, no ha servido para nada. (...) La realidad es que en el mes de agosto han muerto 269 personas en nuestras carreteras, 19 más que en el mismo período del año anterior”. Luego, para compensar y ser fiel a su línea editorial tradicional, el diario pro socialista le quita responsabilidad al Gobierno de Zapatero, y apunta que “la siniestralidad vial es una responsabilidad común, que atañe tanto a autoridades públicas como a ciudadanos. Falta concienciación y sensibilización en los adultos y educación vial impartida desde las escuelas. Los automovilistas suelen ser, en primer término, los causantes de los accidentes (velocidad, distracción, alcohol, cinturón de seguridad, etcétera)”. Esto último es igualmente cierto, por supuesto, y nadie se atrevería a ponerlo en duda. El País concluía afirmando que “esperar que el carné por puntos fuera a convertirse en la panacea para resolver el cáncer de los accidentes de tráfico era ingenuo”.
En nuestra isla, lo peor es la constatación de que no se producen más víctimas mortales de verdadero milagro, pues apenas hay que ver cómo conducen y “se conducen” algunos al volante, o los alarmantes porcentajes de automovilistas que superan de largo el test de alcoholemia, o los que manejan -como dicen en Hispanoamérica- sin licencia. Y luego están los que llevan todas las papeletas para esa rifa mortal: van borrachos y no tienen permiso de conducir.
Encima, Lanzarote ha visto cómo en apenas unos años su parque automovilístico ha crecido desmesuradamente. Ese incremento ha ido parejo al de la población isleña pero no a los servicios de transportes alternativos a los que ésta puede acceder, pues ahí sólo cabe hablar de clamorosas carencias, ante la total e insultante indiferencia política. Consta estadísticamente que en la misma isla en donde los peatones o los que se niegan a “motorizarse” son actualmente poco menos que ciudadanos sospechosos, se viene dando en los últimos tiempos el mayor registro de muertes en accidentes de tráfico de toda España. No es una exageración. Así lo han constatado en los últimos años las estadísticas. Tiene su lógica: a más número de coches circulando por las pésimas vías conejeras, más número de accidentes y de trágicas muertes o traumáticas lesiones. Y todavía algunos irresponsables se quejan de los "excesivos" (¿?) controles policiales que se llevan a cabo en las carreteras lanzaroteñas. Dadas las cifras ya conocidas, y aunque nos consta que esa vigilancia ha aumentado en los últimos años por parte de la Guardia Civil de Tráfico o la Policía Local de los respectivos municipios, siempre va a ser poco el celo si se tiene en cuenta los registros que arroja cada control.