El senador de Coalición Canaria (CC) por la isla de Tenerife, Ricardo Melchior Navarro, demandará este miércoles al ministro del Interior, José Antonio Alonso, que agilice la implantación del Sistema Integral de Vigilancia Exterior (SIVE) en la provincia de Santa Cruz de Tenerife ante el inesperado cambio de ruta de las pateras y cayucos que se dirigen hacia el Archipiélago canario desde las costas mauritanas.
Melchior indica en su iniciativa parlamentaria que “el blindaje de la frontera marítima con Marruecos ha obligado a las mafias que trafican con personas en el noroeste africano a trasladar su base de operaciones a las costas mauritanas”. “Este traslado ha supuesto también una modificación de las rutas de las pateras o cayucos hacia el Archipiélago canario, evitando su entrada a través de Lanzarote o Fuerteventura y optando por su ingreso en nuestro Archipiélago a través de Tenerife e, incluso, El Hierro, La Gomera o La Palma, aprovechando que estas últimas carecen del Sistema Integral de Vigilancia Exterior (SIVE)”, añade en la exposición de sus argumentos.
Sin quitarle razón al senador tinerfeño, porque la tiene, no deja de ser curioso y llamativo que la inmigración irregular se haya convertido ahora en un asunto de Estado. No es casualidad que se produzca una reacción de estas características una vez que las mafias que controlan este vil negocio han cambiado el itinerario de sus viajes. Y es que ahora los inmigrantes irregulares están llegando a cientos a las islas de Gran Canaria y Tenerife.
Podría entenderse como una pataleta de lanzaroteños y majoreros la queja que ahora está tomando cuerpo. Sin embargo, se trata de una protesta más que justificada. No hay que olvidar que durante años, muchos años, los inmigrantes procedentes del conocido como África Subsahariana llegaban a las costas de Lanzarote y Fuerteventura y lo único que se escuchó fue alguna que otra excusa ministerial y algún que otro juego de palabras para terminar concluyendo que el fenómeno no era lo suficientemente importante como para hacer gran cosa. En esa época, lo recordamos ahora, fueron muchas las personas que perdieron la vida intentando llegar a la costa, y muchas otras -es imposible conocer la cantidad-, las que perdieron la vida en el mar.
El senador de CC va a explicar este miércoles en la Cámara Alta que “la irrupción de las mafias desde las costas de Nuadibú, en Mauritania, y el cambio de ruta de las embarcaciones, cogió por sorpresa al Gobierno, que no había previsto ambos hechos, y ha puesto en jaque a las islas que, desde hace más de un mes, representan el nuevo punto de destino de las pateras o cayucos”. Asimismo, Melchior va a destacar en su intervención que “la nueva realidad exige del Gobierno la aplicación de un plan urgente para agilizar la implantación del SIVE y dotar a dichas Islas de los medios materiales y los recursos humanos necesarios para atender esta situación inesperada y que podría convertirse en un problema permanente”.
Muy bien por el senador tinerfeño, porque está haciendo lo que tiene que hacer, que no es otra cosa que defender los derechos de su isla, del lugar por el que ha sido elegido para trabajar en Madrid. Sin embargo, debemos insistir en el hecho de que Lanzarote sigue sin contar con ese SIVE del que aquí la gente oye ya hablar como el que oye llover, es decir, sin prestar la más mínima atención. El SIVE en Lanzarote ha sido y parece que va a seguir siendo, si es que no se cumplen las optimistas expectativas de nuestro director insular, Marcial Martín, un cuento del lobo del que ya nadie se ocupa.
Y que conste que con esta crítica la línea editorial de este medio no trata de hacerle ver a nadie una oposición a que Gran Canaria y Tenerife cuenten con los sistemas de vigilancia necesarios para impedir que sus costas se conviertan en el coladero que han sido las de Lanzarote y Fuerteventura en estos dos últimos lustros. De lo que se trata es de denunciar el doble rasero con el que se miden los asuntos en función de a quién o a quiénes les afecten.
Por eso no estaría de más que nuestro senador, el socialista Marcos Hernández, siguiera insistiendo en Madrid en la necesidad de que Lanzarote y Fuerteventura se blinden de una vez por todas. ¿O es que alguien duda de que en el momento en el que se bloquee el acceso a Gran Canaria y Tenerife los mafiosos que trafican con seres humanos no van a volver a intentar el acceso a través de las dos islas orientales?
Estamos hablando de un tema muy serio. Que nadie se olvide de que sin ir más lejos este fin de semana supimos que un total de 32 subsaharianos que formaban parte de un grupo de 57 inmigrantes irregulares murieron tras el naufragio de su embarcación en las aguas de Nuadibú, en una nueva tentativa de acceso de la inmigración irregular a las Islas Canarias.
Lo que está pasando en Mauritania es serio, y así se debe entender. No es una broma que tantas y tantas personas estén muriendo porque a los que mandan no les apetece hacer nada. Es un conflicto que no provoca daño económico alguno. Por eso no se hace nada. Es una lástima que tengamos un mundo en el que el poder se pierde en la búsqueda de más poder.
