Los males del sector primario de Lanzarote siempre han tenido un denominador común: el dinero. Ha sido el dinero el responsable de muchos de los problemas del pasado que irremediablemente se trasladaron hacia el inquietante futuro actual. Con la pesca tocada y hundida y las grandes producciones de cebolla y papa por los suelos, lo único que parece tener algo de vida es la uva. Por eso llama la atención el poco caso que la clase política ha hecho y hace a los viticultores, verdaderos responsables de la conservación de un singular paisaje del que nos beneficiamos todos. Únicamente la visión de los bodegueros, el esfuerzo de los agricultores y el seguimiento hecho por el Consejo Regulador han conseguido colocar a los caldos de Lanzarote en un lugar en el que algunos pensaron que jamás llegarían. Las previsiones de la producción de uva del año pasado finalmente se desbordaron, lo que tendría que haber sido una excelente noticia si no se hubiera corrido el riesgo de que las bodegas fueran incapaces de absorber todo el fruto. El riesgo pasó como una estrella fugaz por la intervención del Cabildo, que esta vez sí ha sabido coger el toro por los cuernos antes de que tuviéramos que lamentar la primera cornada, que suele ser la que provoca la herida más traumática y difícil de cerrar. El dinero vuelve a ser el único obstáculo, aunque el consejero de Economía y Hacienda, Luis Celestino Arráez, se comprometió a buscarlo donde sea. Luego vino la segunda parte, la venta del vino, para lo que se hizo necesario crear una campaña de concienciación para que el sector turístico colabore, y para que la sociedad se involucre. Nuestro vino es un poco más caro, pero seguro que con un poco de voluntad se vende igual de bien que el que llega de fuera. La campaña, según nos cuentan, ha ido muy bien, pero no es suficiente.
Resuelto este problema, toca pensar en el futuro, y no a través de ningún plan agrario ni cosa que se le parezca, porque de eso ya tuvimos amargas experiencias en el pasado más reciente que no merecen ser repetidas ni recordadas. El futuro pasa por una planificación seria que consiga salvar lo que queda del sector y rescatar lo que sea factible rescatar, y para ello nos da la sensación de que es fundamental que de una vez por todas se resuelva el culebrón del Complejo Agroindustrial de Teguise. Con el caso que provocó la ruptura en dos mitades del Partido de Independientes de Lanzarote (PIL) todavía sin resolver, reconociendo la mala gestión que hizo el propio Dimas Martín de una de sus muchas buenas ideas, parece que ha llegado la hora de ponerse a calibrar cuánto le costaría realmente al Cabildo hacerse con esas magníficas instalaciones y en qué condiciones se haría la operación. Con inteligencia, con ganas, se puede obtener mucha rentabilidad de un lugar que se pensó para que los viticultores pudieran llevar su uva o para que los ganaderos pudieran llevar su leche. Hace falta voluntad política y transparencia en la operación, pero se puede hacer.
Como todo tiene que ver con el dinero y como está claro que el Gobierno de Canarias no va a dar un céntimo de euro hasta que no vea seriedad en el Cabildo, habría que convencer a sus mandatarios de que se pusieran a trabajar en serio en este proyecto. A bote pronto se nos ocurren algunas ideas. ¿Cuánto dinero se está sacando en estos días de los Centros Turísticos? Mucho, claro. Estamos a tope y eso se tiene que notar, huelgas o amenazas de huelgas al margen. ¿En qué se va a invertir todo ese dinero? Pues esperemos que en cuestiones que repercutan en el interés general de todos los lanzaroteños. ¿Y qué puede ser mejor que el mantenimiento de su sector más deprimido?
Aquellos que consideran ridículo mantener la agricultura de fin de semana -así la denominan los que denostan el trabajo de los hombres y mujeres del campo- a través de las subvenciones siguen sin darse cuenta de lo importante que es su aportación a la conservación del paisaje de Lanzarote. ¿Existiría La Geria si no se cultivara la vid, tendríamos los terrenos limpios y con la piedra en su sitio si no se sembraran? Pues no, claro que no. Por eso es fundamental que con una política seria -insisto en esto- se inviertan esos beneficios de los Centros Turísticos y se canalicen las subvenciones que vienen de fuera en la consolidación de lo poco o lo mucho que todavía nos queda. Y sólo me estoy refiriendo al campo, porque para hablar de la pesca se necesita al menos otro artículo como este.