jueves. 15.05.2025

Muchos pensarán que era la crónica de un fin anunciado. Otros, los menos, se habrán llevado cierta sorpresa, sobre todo por la forma de terminar. Nos estamos refiriendo al no acuerdo entre el Partido Socialista Canario (PSC) y Coalición Canaria (CC), el desacuerdo de las dos únicas formaciones que en principio parecía que podían respetar el sentir mayoritario de las urnas.

El propio presidente del PSC, Jerónimo Saavedra, el gran triunfador de estas últimas elecciones, anticipó el martes que finalmente su partido tendría que conformarse con estar otros cuatro años en la oposición, resignándose a aceptar las “matemáticas de la democracia”, donde quien suma más de 31 escaños puede gobernar en el Archipiélago. Su discípulo, Juan Fernando López Aguilar, a quien nadie debe restar mérito alguno por haber sido el cabeza de la lista más votada al Parlamento, no ha seguido la línea de prudencia de su maestro, y se ha descolgado un día sí y otro también con declaraciones en las que de algún modo parecía querer presionar a los nacionalistas para que se inclinaran por el respeto a una mayoría que los propios socialistas no han respetado en otros rincones del país, echando mano de la misma “matemática democrática” que da la posibilidad de pactar a quien quiera pactar. De hecho, sus últimas manifestaciones, en las que aseguraba que los canarios querían que él fuera su presidente, han sido bastante desafortunadas, especialmente porque la respuesta que podían dar los otros partidos era fácil. Tardó poco Paulino Rivero en asegurar que la mayoría de los canarios no querían que Juan Fernando López Aguilar fuera su presidente, si se suman a los que votaron a CC y Partido Popular (PP), a los que votaron a otras opciones políticas que no accedieron al Parlamento (en su mayor parte nacionalistas) y si se cuenta a todos aquellos que ni siquiera fueron a votar, que votaron en blanco o que provocaron que su voto fuera nulo. López Aguilar tendría que haber dicho, para ser más preciso, “la mayoría de los canarios que votaron a las tres únicas opciones que entraron en el Parlamento de Canarias querían que yo fuera presidente”, algo bastante más largo y molesto para explicar.

A pesar de todo, en la mayoría de las redacciones de los medios de Canarias se ha manejado la misma información. Que CC y PP querían pactar. Incluso se vio durante la campaña, en la que ambos partidos, tal vez siguiendo una estrategia errónea, prácticamente no se atacaron y centraron sus particulares batallas en el PSC.

En estos tiempos en los que se habla de legitimidad y democracia hay que decir que es legítimo y democrático que CC y PP formen gobierno. Otra cosa es que pueda resultar injusto, especialmente para la alternancia o el cambio que muchos desean que se produzca en nuestras instituciones. Mientras el PP y el PSC mantengan su actitud actual, mientras no hagan caso a gente como Domingo González Arroyo que promueve su unión, mientras no se cambie el injusto sistema electoral, CC gobernará siempre, o con unos o con otros.

No está mal de todos modos que los nacionalistas hayan intentado a su manera conformar un pacto con los socialistas. No está mal que se hayan sentado con ellos alrededor de una mesa de negociación. Sin embargo, salvo que les hubieran ofrecido la presidencia del Gobierno y el poder que evidentemente van a obtener con el PP, era muy difícil que los nacionalistas accedieran a cerrar un acuerdo.

Por si la cosa no estuviera difícil de entrada, gente como el portavoz del PSOE en el Congreso de los Diputados, Diego López Garrido, se encargó de complicar todavía más las cosas al mezclar la tramitación del Estatuto de Autonomía con la presencia de los socialistas en el poder autonómico. Muchos canarios, con bastante razón, se tomaron sus palabras como una especie de chantaje. Parecía que quería decir algo así como que el Estatuto sólo pasaría los trámites parlamentarios si su partido llegaba al Gobierno regional, cosa que evidentemente tenemos que suponer que no quiso decir alguien que ha mamado la democracia desde sus orígenes y que es un prestigioso jurista.

En definitiva, salvo sorpresa mayúscula de última hora, CC y PP están nuevamente condenados a entenderse, condenados (es un decir) a conformar un nuevo Ejecutivo regional que estará presidido por Paulino Rivero y que tendrá casi con total seguridad como vicepresidente a José Manuel Soria. De todos modos, es mejor no adelantar acontecimientos, por si acaso.

El no acuerdo entre CC y PSC
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