domingo. 11.05.2025

Dentro de apenas unas semanas, el segundo domingo del próximo mes de marzo, los españoles estamos convocados de nuevo ante las urnas para las elecciones generales, de donde ha de salir, entre otros cargos, el de la máxima representación política de nuestro país: la Presidencia del Gobierno de la nación.

En el caso concreto de Lanzarote, en estas elecciones generales apenas se sustancia, de cara a la representación política de la isla, el cargo del senador, independientemente de que también vayan algunos conejeros enrolados en primeros puestos al Congreso de los Diputados por la provincia de Las Palmas. De cara a la denominada Cámara Alta, ya se han hecho públicos y oficiales los nombres de los candidatos que los distintos partidos han designado para esa concreta batalla electoral, como ya ha informado este mismo y único diario impreso lanzaroteño. Los electores potenciales de Lanzarote tienen en sus manos la posibilidad de decidir quién representará a nuestra isla en el Senado durante los próximos cuatro años... independientemente de la utilidad real o de la inutilidad manifiesta de esa Cámara que algunos quieren convertir en la de representación territorial.

Hay un fenómeno que preocupa a todos los mencionados candidatos, sin excepción: la abstención, que en Lanzarote siempre ha superado la media de Canarias y de casi todo el país. El partido que más teme la abstención, como reconocen abiertamente sus propios dirigentes, es el PSOE, en donde andan convencidos de que aquélla favorece invariablemente a la derecha. En las pasadas elecciones locales del mes de mayo de 2007 la abstención en nuestra isla superó de nuevo la registrada en toda Canarias, como viene sucediendo siempre, en efecto, desde los albores democráticos.

Ante estas elecciones generales del 9-M, los actores de la política insular ya se van curando en salud y andan barruntándose una abstención muy superior a la del 27-M del año pasado. Teniendo en cuenta, además, que los propios partidos políticos asentados en nuestra isla se toman estos comicios con mucha más pachorra, porque apenas está en juego la elección del único senador por Lanzarote, como ya queda dicho, es fácilmente previsible que el denominado anti-voto crezca aún más, a pesar de lo mucho y mal que se está recalentando la política a escala nacional, y a pesar incluso de los miles de residentes peninsulares que muestran más interés por las elecciones generales (donde hay un voto o posicionamiento más ideológico) que por las regionales, cabildicias y municipales.

Para no perder la inveterada costumbre, se presenta muy negro el horizonte de la credibilidad política canaria en general y lanzaroteña en particular. Así de oscura la situación, o cambian mucho las cosas (y no parece que lleven ese rumbo, visto lo visto de último en nuestras instituciones locales y los problemas entre supuestos socios de gobierno en principales corporaciones como el Cabildo o el capitalino Ayuntamiento de Arrecife), o la tan temida por muchos abstención electoral en Lanzarote será de las que hagan historia en estos ya inminentes comicios generales. No hay que ser profeta, ni adivino, ni zahorí ni futurólogo para aventurar o barruntar esa cantada huida masiva de las urnas.

Al mal ejemplo que nos dan los políticos en particular y los partidos en su globalidad hay que sumar la escasa, por no decir nula, disponibilidad a la hora de tomar medidas que propicien la participación electoral, como sería el caso -por poner sólo un buen ejemplo- de hacer de la transparencia en la gestión pública una realidad diaria y palpable, antes que una repetida promesa electoral que nunca se lleva finalmente a cabo. Los partidos políticos, elemento esencial de cualquier democracia, ningunean a la propia democracia e imponen el ordeno y mando. Lo sucedido en Lanzarote con las dos concretas formaciones políticas de ámbito y alcance nacional (PSOE y PP, las formaciones que más se juegan en el inminente envite del 9-M), en donde se han impuesto los candidatos en un caso y las gestoras cuasi vitalicias en otro, son un claro ejemplo de funcionamiento piramidal o jerárquico, que se da de bruces con los más elementales principios democráticos. Después, lo más fácil es culpar a los abstencionistas de todos los males...

El 9 de marzo y el miedo a la abstención
Comentarios