El consejero de Política Territorial y Medio Ambiente del Cabildo, Carlos Espino, aseguró este viernes que algunas de las licencias que ha enviado el Ayuntamiento de Yaiza datan de la época de Jean de Bethencourt, ya saben ese insigne pirata que tanto daño hizo a Lanzarote allá en la época en la que España era un imperio en el que nunca se ponía el sol.
Está claro que con una manifestación de estas características Espino sigue con su idea de hacer amigos dentro del Consistorio que preside José Francisco Reyes. Parece claro que la diferente forma de concebir el desarrollo turístico y medioambiental de la Isla ha creado una barrera infranqueable para los representantes de dos instituciones que en los dos últimos lustros no se han manejado demasiado bien en el arte de la dialéctica.
Pero al margen de la particular batalla que mantienen entre las dos instituciones y entre sus representantes públicos, los cuales deberían pensar a veces más en el interés común que en el rédito político o personal, estos días se ha vuelto a poner de manifiesto el riesgo que corre Lanzarote en muchos aspectos, un riesgo que viene derivado directamente del espectacular e insostenible crecimiento que ha padecido en los últimos años. Hace años que se dijo que no se podía mantener una cama más y se han construido miles, hace años se dijo que no cabía un coche más, y se han importado miles, y hace años que se dijo que había que estudiar la posibilidad de buscar fórmulas de limitación del crecimiento poblacional, y han venido miles de personas a vivir aquí.
La consecuencia de todo esto es que ya hay partidos como el Partido de los Verdes que han reclamado oficialmente que se revise el título de Reserva de la Biosfera. Aunque suene un poco exagerada la pretensión, que lo es, tiene mucha parte de razón. Lanzarote ha cambiado enormemente en los últimos años, y se necesita, ahora más que nunca, de una reflexión colectiva que conduzca a la obtención de medidas consensuadas que pongan algo de lógica a todo el disparate que se está produciendo.
El Gabinete Científico de la Reserva de la Biosfera que se reunió ayer en el Cabildo puso de manifiesto que son muchas las cosas que están mal. Expertos como Antonio González Vieitez no se mordieron la lengua al afirmar que Lanzarote necesita mecanismos de control distintos, más efectivos.
De lo que se trata ahora es de averiguar qué tipo de mecanismos son los que se pueden aplicar, qué es lo que hay que hacer para que la destrucción lenta pero segura de nuestro frágil territorio termine de una vez por todas.