No hay nada más tópico y típico que decir que con el arranque oficial de la campaña electoral comienza la “verdadera fiesta de la democracia”. Son muchas las personas que se están apuntando al carro de la abstención, mucha gente absolutamente desengañada con la política y con los políticos. Sin embargo, las últimas elecciones generales en España -marcadas evidentemente por los atentados terroristas del 11-M y la lucha entre el Partido Popular (PP) y el Partido Socialista (PSOE)- y las últimas generales en Francia han hecho pensar a los más optimistas que se puede dar un giro a la actual situación de desencanto.
Sería raro pensar que en estos próximos comicios del 27 de mayo pudiera cambiar una tendencia que se observa en la sociedad, especialmente en una sociedad como la lanzaroteña, castigada seriamente por los vaivenes políticos que han provocado insólitas situaciones como la del Cabildo, donde ha habido nada menos que siete presidentes, o la de los partidos que conforman nuestro panorama insular, donde ha habido, sin excepción alguna, tremendas crisis internas.
Este viernes comienza de forma oficial la campaña electoral. Atrás hemos dejado la precampaña, una precampaña atípica, un tanto aburrida, larga, llena de discursos, de presentaciones de candidatos, llena sobre todo de mensajes y contramensajes. Se supone que lo verdaderamente interesante se guarda para el final, aunque muchos pronostican, entre los que se incluye este diario, que no habrá nada nuevo bajo el sol. Es decir, más de lo mismo.
Con esto no queremos lanzar un mensaje derrotista. Más bien al contrario. No queremos que nadie piense que en Crónicas se fomenta el abstencionismo, por mucho que tengamos a su mayor defensor ilustrando con sus artículos nuestra contraportada. Aquí estamos de acuerdo con los que quieren que la gente acuda en masa a votar, que participe libremente en las elecciones y se decante por aquellas opciones que le parezcan más conveniente para su futuro, el de su familia y el de los ciudadanos con los que comparte territorio para los próximos cuatro años.
Tampoco queremos dar a entender que la campaña no sirve para nada. Sirve, y mucho. Sobre todo para terminar de convencer a los indecisos, que son muchos, aquellos que todavía no tienen decidido el voto.
Estamos seguros además de que hay muchos más indecisos que en otros comicios. Las crisis de todos los partidos, las divisiones internas y los cambios de formaciones de unos y otros han enredado un poco el panorama.
También estamos convencidos de que los muchos pleitos que se han producido durante la precampaña no son más que un aperitivo de lo que nos espera a partir de ahora. La cuenta atrás ha comenzado, y en estos quince días hay cabida para las sorpresas.