domingo. 03.11.2024

Que todos vamos a terminar en el otro barrio, más tarde o más temprano, ya lo sabemos. No se acaba sin embargo de asimilar la despedida de quien en vida, y aún coleando a base de bien, debe resignarse a vivir la etapa final de su vida conociendo ya, de antemano si es que ningún capítulo fortuito del descuidado destino lo decide antes, cuál será la razón de tan amargo adiós.

Del por qué muchos españoles deciden apostarlo todo en Houston pues pueden permitírselo, y de si a otros no les queda otra que intentar curarse en España ya se debatía el otro día en televisión. La cuestión es: ¿realmente son más efectivas las terapias que por un precio mínimo de 300.000 euros -entre pruebas, tratamiento, operación, estancia y distancia- se aplican en Estados Unidos?

Nuestro país está lleno de profesionales de la oncología que gracias a su ejercicio nos han puesto a la cabeza en métodos combativos y preventivos contra la leucemia, aunque no precisamente por unas inversiones tan disparatadas en el campo de la investigación, como en Estados Unidos.

Sin embargo, ¿acuden nuestros famosos y, sobre todo, adinerados compatriotas hasta Los Ángeles, convencidos en realidad de que pueden superar el cáncer, o es más bien ese no poder remediar la angustia de tener que enfrentarse a la hora final y no tener la satisfacción de haberlo intentado apurando con todo?

Sobre cómo tomarse el cáncer y la resignación que esta enfermedad propaga entre familiares y amigos del ser querido nadie o casi nadie advierte.

¿Quién en realidad está preparado para marcharse al otro barrio? Pero a la hora de la verdad, ella, antes o después, no faltará a su cita.

No faltará a su cita
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