viernes. 19.04.2024

Una vez impuesto desde las altas instancias un silencio que ha dejado en cuarentena a varias fuentes de información que nutrían hasta ahora la crónica negra en la Isla, los medios están más que sedientos de carnaza que nunca.

A pesar de este obligado hermetismo que algunos padecemos últimamente entre ciertos representantes de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado en Lanzarote, es lógico pensar que la Policía prosigue investigando el reciente robo cometido en la sede de Asamblea Por Lanzarote (ApL). Un acto que cogió por sorpresa a más de uno, pero del que podemos confirmar ya tenían noticias otros incluso antes de que se fuera a cometer. ¿Qué había en la sede de los insularistas que tanto interesaba?

Al margen de los destrozos provocados en la entrada del local, los asaltantes revolvieron todos los documentos que custodiaba la recién creada formación en su sede de Arrecife, sustrajeron algunos objetos de la oficina y algo de dinero para gastos corrientes.

A juzgar por los primeros indicios, parece que la persona o las personas que irrumpieron en el local de la calle La Palma la semana pasada no lo hicieron de manera improvisada, sino con una total premeditación, aparte del descaro, la nocturnidad y alevosía que se les supone a los autores de un acto de estas características. No eran pues, unos “chorizos normales”, vamos, de lo que roban un día sí y otro también como otro modo de autodestrucción vital.

Al parecer, quienes entraron por la fuerza en la transparente sede de los insularitas no iban buscando ni desvalijar el material de la oficina ni llevarse los 100 euros que, según la denuncia presentada en la Comisaría del Cuerpo Nacional de Policía, sustrajeron.

En primer lugar, si los ladrones hubieran dejado huellas no sería lógica tanta demora en los resultados de una línea de investigación abierta hace varios días. De ello se deduce que, o bien los asaltantes eran demasiado expertos como para no utilizar guantes, o que los verdaderos motivos del robo no se basaron en una sustracción material. En segundo lugar, no parece demasiado verosímil pensar que unos cacos habituales iban a elegir la sede de un partido político para cometer un robo de madrugada.

Una tercera hipótesis algo más descabellada consistiría en la pretensión de los componentes de ApL por ocultar algo de puertas para dentro, entre ellos mismos, es decir, interés en que algo en concreto -no sabemos qué- no sea arrojado a la luz de la opinión pública. No parece esa la intención de quienes han elegido unas instalaciones con las que pretenden proyectar transparencia para afrontar nuevos retos políticos en un nuevo proyecto nacionalista.

Guante blanco en la sede de APL
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