Hay una moda peligrosa que avanza como purpurina en festival de yoga: la de convertir la psicología —una ciencia con base, método y evidencia— en una especie de pseudoterapia feliz, donde todo se soluciona con afirmaciones positivas, rezar antes de dormir y hablarle al universo como si fuera el repartidor de Amazon.
La última joya nos la trae una neuropsicóloga en La Vanguardia que afirma que si antes de dormir le susurras a la almohada tus deseos y agradeces al universo, activas un proceso de “neurotransformación”. Así, sin despeinarse. Según ella, se reconfigura tu sistema reticular (que suena a mueble de IKEA, pero es del cerebro) y mágicamente tu vida mejora porque “cambias el enfoque mental”. Vamos, que si te acuestas rezando, te levantas millonario, enamorado y con serotonina por las nubes.
¿Perdón?
La psicología se ha ganado a pulso su lugar como ciencia seria, apoyada por décadas de investigación, ensayos clínicos, tratamientos basados en evidencia y un esfuerzo constante por separar el grano de la paja. Pero ahora parece que lo que se lleva es hablar con el universo, abrazar árboles y repetir mantras de TikTok como si fueran artículos del Journal of Clinical Psychology. No hay evidencia, pero oye, "me vibra bonito".
El problema no es que alguien rece antes de dormir. El problema es vender eso como un “proceso neuropsicológico comprobado” cuando no lo es. El problema es disfrazar creencias personales de ciencia. Es disfrazar la autoayuda de azucarillo de conocimiento académico. Es convertir a la psicología en un happy flower con bata blanca. Y lo peor: mucha gente lo compra, porque claro, es más cómodo decirle “gracias universo” que enfrentarse a un trauma en terapia.
Esto no es inocente. Este tipo de discurso mina la confianza en profesionales serios, da alas a los vendehumo del coaching espiritual de garrafón y banaliza los verdaderos problemas de salud mental. Hay personas que no necesitan "activar su dopamina con gratitud", sino terapia intensiva, psiquiatra y contención emocional. Y no lo digo yo, lo dicen los estudios. Ya sabes, eso que se hace con hipótesis, análisis estadísticos y revisión por pares, no con filtros de Instagram.
Así que no, no basta con hablarle al universo para que tu vida cambie. Si quieres transformar algo, empieza por no tragarte todo lo que lleva el sello de “neuro” como si fuera verdad revelada. Porque si seguimos así, pronto veremos a psicólogos más ocupados en vender libros de autoayuda que en atender pacientes reales.
Y no, cariño. El sol no se tapa con un dedo, pero la ciencia sí se está tapando con mucho humo.