“El Régimen Económico y Fiscal (REF) beneficia no sólo a las empresas. También a todas y todos los canarios”.
Hay palabras que suenan técnicas, casi lejanas, pero que determinan buena parte de nuestra vida cotidiana. Una de ellas es “Régimen Económico y Fiscal de Canarias” o, como solemos abreviarlo, REF. Muchos han oído hablar del mismo, pocos lo entienden realmente y algunos, los más atrevidos, lo despachan con frases del tipo “eso es un chollo para las empresas”. Nada más falso.
El REF no es un privilegio ni un regalo, sino un acto de justicia social e histórica. Reconoce que vivir en un archipiélago distante y fragmentado tiene un coste adicional que el resto del país no sufre. Por eso, desde hace décadas, el REF sirve para equilibrar la balanza y garantizar que Canarias pueda competir en igualdad de condiciones con el resto de España.
El REF, tiene dos vertientes inseparables: la económica y la fiscal.
La primera es la que sentimos directamente en nuestros bolsillos. Gracias al REF, los canarios pagamos un 75 % menos en los billetes de avión y barco, ya sea para movernos entre islas o viajar a la península. Un vuelo a Madrid o a cualquier otra isla nos cuesta una cuarta parte de lo que pagaría alguien de otra comunidad.
El transporte de mercancías está bonificado al 100 %, lo que abarata los productos que consumimos cada día, como los alimentos, la ropa o los electrodomésticos que llegan de fuera.
Incluso la factura de la luz y del agua es más baja gracias a este sistema de compensaciones, lo que alivia la factura de los hogares y de las empresas.
Sin el REF, el coste de la vida en Canarias sería sencillamente inasumible para miles de familias. No hablamos de cifras abstractas, sino de algo tan concreto como poder visitar a un familiar en otra isla, acceder a productos básicos o mantener una pequeña empresa abierta.
La segunda vertiente, la fiscal, es igual de importante, aunque menos visible. En Canarias no se paga IVA, sino IGIC, con un tipo general del 7 %, frente al 21 % peninsular. No es una rebaja por capricho, sino un reconocimiento a la realidad: aquí todo cuesta más por el transporte, la logística y la distancia. Esta imposición más baja en Canarias no es un privilegio, es una forma de equilibrio.
Cuando se habla de los incentivos empresariales del REF, conviene aclarar algo: no son para evadir impuestos, sino para reinvertirlos en las islas.
Instrumentos como la Reserva para Inversiones en Canarias (RIC) o la Deducción por Inversiones en Canarias (DIC) obligan a que el dinero ahorrado, por el impuesto no pagado, se destine a crear empleo, modernizar instalaciones y generar riqueza en Canarias. No se trata de llenar bolsillos, sino de sembrar futuro.
Además, es importante no confundir conceptos. Las empresas pagan el impuesto sobre Sociedades y pueden acogerse a esos incentivos, pero los empresarios, como personas físicas, pagan su Impuesto de la Renta de las Personas Físicas (IRPF) igual que cualquier otro ciudadano. El REF no les rebaja ni un céntimo. Mezclarlo todo solo conduce a la desinformación.
Por eso, preocupa escuchar propuestas que buscan incluir bonificaciones en el IRPF dentro del REF, como han planteado Coalición Canaria, el Partido Popular y el propio Comisionado gubernamental del REF. Eso sería desnaturalizarlo, convertir un instrumento de equilibrio en una simple rebaja fiscal.
El REF no nació para pagar menos impuestos, sino para garantizar que Canarias tenga las mismas oportunidades que el resto del territorio estatal. Reformarlo sin comprender su esencia sería poner en riesgo una pieza clave del bienestar de las islas.
El REF es, en definitiva, nuestro fuero, nuestro derecho histórico y social. Un mecanismo que protege nuestra economía, nuestro bienestar y, en última instancia, nuestra dignidad como región ultraperiférica.
Defender el REF es defender a Canarias. Su defensa no sólo es tarea de los políticos, también de las canarias y los canarios, que deben entenderlo, exigir su cumplimiento y vigilar su buen uso. Porque si lo debilitamos, si lo convertimos en una herramienta de beneficio particular, perdemos todos.
El REF no es pasado.
El REF es presente.
Y, sobre todo, es nuestro futuro compartido.
