miércoles. 17.04.2024

El acusado de matar a su tío deberá pasar doce años en la cárcel.

La Audiencia Provincial de Las Palmas ha hecho público este jueves por la mañana la sentencia en la que se condena al joven de 27 años, Juan Martín C. P., a una pena de 12 años de prisión como autor de un delito de asesinato, aunque concurre el eximente incompleto de anomalía psíquica. El juez impone también la prohibición de tenencia y porte de armas por un período de 10 años y el sometimiento a tratamiento ambulatorio de carácter psicológico-psiquiátrico, por tres años.

Esta sentencia se ha dictado coincidiendo con el veredicto de culpablidad emitido por el jurado la semana pasada. En dicha resolución, se consideró probado que el joven mató a su tío Francisco Pérez, con el que convivía y cuidaba en el domicilio del fallecido en la capital grancanaria, apuñalándolo con un cuchillo y golpeándolo la cabeza con un martillo.

Al término del juicio, celebrado la semana pasada en la Audiencia, la fiscal Pilar Rodríguez, en su alegato de conclusiones, modificó la petición de pena solicitada para Juan Martín, de 17 a 12 años, por aceptar que el acusado sufría una situación familiar desestructurada y padece un trastorno leve que le impide controlar sus impulsos, según informaron los peritos que prestaron declaración.

La defensa de Martín estuvo de acuerdo con estas conclusiones y se adhirió a la petición, solicitando a su vez el tratamiento ambulatorio del acusado. El joven, en su declaración ante el tribunal, afirmó que “no soy un asesino ni un psicópata”. Reconoció que apuñaló y golpeó a la víctima aunque no supo explicar los motivos por los que lo hizo, y afirmó que no recuerda las circunstancias exactas de los hechos ocurridos aquella noche.

Martín se confesó como un joven “tranquilo y cariñoso”, versión refrendada por todos los testigos de su familia que han declarado en el juicio. En su declaración y la de sus allegados, el acusado describió la situación de su casa como “problemática” por la esquizofrenia que padecía el fallecido.

El ahora condenado se encargaba de la atención a su tío y, según sus propias palabras, debía soportar “continuas discusiones, insultos y amenazas” de este. Los hechos probados y reconocidos por el acusado son que en la madrugada del 12 de octubre de 2009, el joven se dirigió a su casa, donde cogió un cuchillo y un martillo, se dirigió al dormitorio de su tío y le asestó un golpe y dos cuchilladas.

Heridas mortales

Estas heridas le causaron la muerte, según el informe de la autopsia, ya que afectaron la vena ahorta y el hígado. Tras estos hechos, se dirigió a la habitación donde dormía su hermana, le comunicó los hechos y fue esta la que avisó a la madre de ambos para que denunciara los hechos a las fuerzas de seguridad. Juan Martín se entregó ante la Policía Nacional a primera hora del día 12 y reconoció los hechos.

En su declaración, Martín confesó que quería mucho a su tío y no tenía intención de matarlo, "aunque lo hice, no sé porqué y sé que debo pagar por ello". El acusado manifestó que la situación en la casa "no era fácil". Las discusiones, peleas, amenazas y agresiones leves eran frecuentes entre su tío y su hermana, producto de la esquizofrenia del fallecido. Su papel en estas situaciones era "siempre el de mediador". "No me gustan las peleas y siempre intenté poner paz", por ello, ni él, ni su familia ni los amigos que declararon ante el tribunal no podían explicarse lo ocurrido.

La hermana del acusado, que se encontraba en el domicilio en el momento de ocurrir los hechos, declaró ante el tribunal que su hermano "sufrió un shock y estaba fuera de sus cavales". Tan distinto lo veía que reconoció haber sentido "miedo", por lo que no salió de su dormitorio hasta que su hermano abandonó el domicilio.

Alcoholemia

La situación familiar provocó que Martín sufriera de depresión y se iniciara en el consumo habitual de alcohol, según su declaración, la de sus familiares y la de los propietarios de los bares que habitualmente visitaba. No obstante, su estado habitual no era el de un hombre borracho que perdiera la noción del tiempo, del espacio y no fuera coherente en el habla, según las citadas declaraciones.

La noche de los hechos, el acusado estuvo tomando alcohol las horas previas y las posteriores hasta su entrega ante la Policía Nacional en la Jefatura Superior de la capital grancanaria. Sin embargo, los diez efectivos que prestaron declaración ante el tribunal, coincidieron en señalar que aunque "olía a alcohol" no se podía considerar que en el momento de la entrega estuviera borracho.

Los cuatro peritos que elaboraron los informes de la autopsia, el psicológico y el psiquiátrico coincidieron en que los hechos se desencadenaron a partir de una situación familiar complicada, unido a que Martín es una persona con "escasos recursos intelectuales y afectivos para resolver las situaciones que lo agobian". Esto provoca que sufra un trastorno que le impide controla sus impulsos en situaciones "de mucha presión como la que se dio en la noche que sucedieron los hechos que se juzgan".

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