Todo sigue igual en el cuarto de Sara Morales, está tal y como lo dejó, abierto. Allí su madre, Nieves Hernández, plancha la ropa porque quiere estar “lo más cerca posible de sus cosas”. El 30 de julio se cumplen dos años de su desaparición, una fecha señalada que no significa que se le vaya a echar más en falta, “no va a ser más triste que todos los días que ya han pasado”. Por eso no van a organizar ningún acto conmemorativo en su recuerdo, “para qué. Está en mi cabeza siempre”, dice.
En la casa hay muchos carteles con la foto de Sara, un rostro presente en todas las habitaciones que su madre sospecha que "no" volverá a ver. Nieves Hernández se debate entre dos mundos cada día, en el primero, “el que tiene más fuerza”, piensa en “negativo”. Desde el día de la desaparición de Sara el camino de su ánimo discurre cuesta abajo. Admite que la primera idea que se le pasó por la cabeza adquiere más peso con el tiempo: “a Sara le ocurrió algo. No se marchó ella por su propia voluntad”.
Son duros pensamientos que los psicólogos le ayudan a enderezar a ella y a su otra hija, Alba, de 8 años. Del resultado de los profesionales y del apoyo de los miembros de la Policía Nacional que llevan el caso, se alimenta el segundo mundo de Nieves: “el de la paciencia y la esperanza”. La madre es consciente que su vida “no se acabó el 30 de julio de 2006”, que no debe seguir “atascada”, aunque tampoco quiere “olvidar o autoengañarse”.
Todo sigue igual en el cuarto de Sara. De la misma manera que todo ha cambiado en la familia Morales Hernández. La “incertidumbre” se come la vitalidad de los que la esperan. El cuidado de Alba ya no es el mismo, “mi hija siempre tiene un ojo encima, ahora es más difícil confiar”. Para el padre es diferente, él no asiste al psicólogo, “se colocó un escudo protector y aparentemente está entero. Cree que Sara está muerta”, explica su mujer. Cada uno en la casa de Sara ha buscado la protección de diversas maneras, unos piensan que está muerta, otros que sigue con vida, “las dos cosas duelen igual”, subraya Nieves.
Ninguno quiere hacer un “circo” de la desgracia, pero valoran el esfuerzo de todos los que apoyan a la familia. No quieren organizar manifestaciones o exaltaciones públicas porque “no sirven de nada”. A Nieves le reconcome la idea de que cuando ella aparece en la televisión pidiendo su aparición, los que están implicados la ven sufrir.
Sin novedades en la investigación
No hay novedades en la investigación, que sigue bajo secreto de sumario. Nada se sabe que ocurrió el día que Sara, con 14 años, fue a ver al chico que le gustaba, “un día normal”, y una hora después se supo que no había llegado a la cita. “En una hora perdimos a la niña” dice su madre, mientras no oculta su desesperación cansada “tiene que estar en algún sitio”.
La madre afirma que el grupo especial de la Policía Nacional que se encarga del caso está volcada en la investigación. Justamente por eso no han sopesado la posibilidad de comenzar una investigación privada paralela. La familia espera noticias, al tiempo que retoman algunos trozos de la normalidad que vivían antes de la desaparición. Pero “no es posible”, sentencia Nieves, “me duele, y sobre todo me duele que se especule tanto, y que yo lo vea”. El día 30 se cumplen dos años sin Sara.