Amenaza con volver el próximo mes de agosto, a repetir vacaciones como el año pasado en esta misma y pobre islita rica sin gobierno conocido en la que, hace ahora casi un año, primero se lesionó jugando al baloncesto y luego estuvo a puntito de perder la vida en el mar. El hombre tranquilo de la política nacional busca la paz... y viene a Lanzarote, precisamente, en donde todos sus correligionarios están en guerra con los demás y entre ellos mismos, intramuros del PSOE conejero y confiscado por las fuerzas del mal de altura que causa el poder buscado a cualquier precio. “El hombre del talante”, como dicen los toletes que no saben que el talante a secas ni existe ni significa nada.
Vuelve Zapatero a Lanzarote. Vuelve el hombre. "Hombre tenemos", decían en la noche electoral del inopinado triunfo político del PSOE los hasta entonces descreídos y desconfiados compañeros Felipe González Márquez, Alfonso Guerra, José Bono, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, Juan Carlos Alemán (el requetedespistado que nació en Gran Canaria, reside en Tenerife y está todo el rato en Babia), y demás santotomases psoecialistas de la vieja guardia, todos con el colmillo muy retorcido, todos confiados en la eterna mentira demoscópica que por aquellas calendas vaticinaba otra victoria pepona en los pasados y pesados comicios nacionales.
Con la llegada de las merecidísimas vacaciones veraniegas regresa a Lanzarote por unos días, en imposible visita privada y verdaderamente vacacional, el virtual presidente que acabó con los ocho años del aznarato en el último y ensangrentado minuto del partido, como es triste fama (recuérdese no más el 11-M, que todavía colea, porque aunque parezca que no interesa en “El País” sí interesa en “El Mundo”, si se me permite y disculpa el facilón juego de palabras). Helo aquí de nuevo, caballeros: don José Luis Rodríguez El Puma (Zapatero, quise decir) llegará otra vez en agosto a Lanzarote para estar a gusto entre volcanes conejeros, que no serán nada comparados con los volcanes y las erupciones políticas y sociales que le aguardan a la vuelta de la esquina, cuando empiece a hacerse realidad oficial lo que ha sido un secreto a voces de todos los gobiernos que hemos visto desde la Santa Transición hasta acá: el diálogo con ETA y la OTRA (Batasuna y por ahí).
Dejemos descansar en paz a Zapatero, el hombre tranquilo que busca la falsa tranquilidad lanzaroteña y que tan poco y tampoco se parece al John Wayne de la película del mismo nombre del mejor director de la historia del cine (John Ford, por más señas). Que no le inoportunen los curiosos, los cámaras, los camareros, los camaradas o los culichiches del coñosón. Dejen descansar a ese hombre, por caridad cristiana, que tiene ahorita mismo a España en la cabeza. Un respetito ahí para Zapatero, el hombre del cambio tranquilo, el estadista: "El estadista piensa en la próxima generación; el político en la próxima elección" (Clarke). Esa frase retrata a Zapatero en estado puro, para mi gusto.
Dejemos que el presidente del Ejecutivo nacional disfrute en Lanzarote tanto de su victoria política (pese a la merecida derrota del ultraliberal Tratado Europeo en Francia, Holanda y por ahí afuera; por no hablar del enésimo ridículo mundial de la “rauliana” Selección de fútbol) como de la todavía reciente y segunda victoria liguera consecutiva del Barça, también campeón de Europa por segunda vez en su historia, las dos mayores alegrías balompédicas de este Zapatero con buen gusto futbolístico, que en paz descanse aquí mismo dentro de un mes... si lo dejan/dejamos. Amén. (de-leon@ya.com).