Por Miguel Ángel de León
El fiscal jefe del Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC para los amigos y demás personas piadosas), don Vicente Garrido, confirma que se han detectado posibles indicios de prevaricación en tres concejales y un técnico del Ayuntamiento de Arrecife. Estamos ante un caso de supuestas, posibles, presuntas, presumibles o probables irregularidades en torno a una serie de locales de ocio nocturno. Otros redundantes los llaman “bares de copas”, como si hubiera algún bar que no sirva copas, o “gasolineras de gasolinas” y “dulcerías de dulces” (a Joaquín Sabina se le puede permitir/disculpar el pleonasmo de marras por aquello de la licencia poética y el redondeo de la rima de un verso). La denuncia parte de vecinos que dieron cuenta de la posible palanquinada, reventados como están de tener que sufrir lo que no está en los escritos, como si no pagaran o pagasen los mismos impuestos que cualquier otro hijo de vecina al que no le perturban o le imposibilitan el sueño durante prácticamente todo el año. Ya iba estando bien de tanto enrale. La cosa es seria: tres ediles y un técnico acusados de supuesta prevaricación administrativa por autorizar sin justificación alguna (excepto la que usted y yo nos podamos imaginar, porque la gente es que es muy mal pensada) esos locales de ocio nocturno y de-la-noche-para-el-día. Flagrante infracción, en caso de confirmarse.
Estamos ante la misma historia, la mismita, de lo que ocurre con las celebraciones carnavaleras en los alrededores de El Almacén, sólo que con mayor delito por parte de los profesionales de la vista gorda y teóricas autoridades de la indiferencia, pues esta otra carnavalada dura todo el año, que se dice pronto y fácil, y puede acabar con la paciencia del más pintado y terminar desquiciando o haciéndole perder los nervios al más tranquilo o sordo de la barriada. Me reitero en lo que dejé escrito aquí mismo en pleno febrero, cuando el plomo carnavalero: en verdad les digo que no entiendo cómo los ninguneados y vejados vecinos de la calle José Antonio y zonas aledañas de la caos-pital conejera no se han levantado todavía en armas contra un Ayuntamiento que no sabe hacer cumplir las propias normas que dicta, después de años aguantando todos los fines de semanas de Dios el diablo de la escandalera callejera que montan los niñatos que no saben mear lo que beben (simple y simplón “familiaje”, como los llama el canario viejo). Me confieso semihabitual de la zona, más por empeño ajeno que propio, pero no me habrán cogido nunca bramando en la calle, por mucho que haya sido el güisquito trasegado durante la noche/madrugada. Empero, la mayoría parece que si no le hace llegar a todo el vecindario su mal gusto musical, con la radio del coche a todo volumen y las ventanillas abiertas a las cuatro y pico de la madrugada, no termina de divertirse.
Las otras intenciones judiciales de parar el relajo carnavalero/callejero que se padece en Santa Cruz de Tenerife, con las que se armó gran escándalo mediático este año en todo el país, se quedaron finalmente en nada. Ya lo habíamos vaticinado en esta humilde tribuna. De esta guisa se daba a conocer la que para muchos era una buena nueva: “Un juez suspende las fiestas callejeras del carnaval de Tenerife porque el ruido molesta a los vecinos”. Eso era lo justo, que el juez hiciera justicia, para cabreo de los que berrean y mosqueo de los que sacan rédito electoral a los escandalosos, que siempre son mayoría, como es triste fama. No más conocerse tamaña noticia, así lo dejábamos escrito apenas unas horas después: “Estoy más que convencido de que el juez no se saldrá finalmente con la suya, ante la montonada de intereses económicos de los ventorrilleros, la presión política y la demagogia mediática de dar al vulgo lo que el vulgo quiere”. Dicho y hecho. Pero al menos el aviso ya está dado, y el relativo tirón de orejas a los responsables más irresponsables, esos mismos políticos que seguirán haciendo oídos sordos a las minorías, y dorándole la píldora a la turbamulta. Si la mayoría social chicharrera quiere el carnaval en la calle (y mayoría, en el cerebro del político en pleno celo electoral, es sinónimo de más votos), habrá carnaval en la calle, y que se calle el juez, o que diga misa. Tanto da que se lesionen derechos ciudadanos elementales y teóricamente sagrados, como el del descanso: el Ayuntamiento santacrucero -como el arrecifeño, ya se ha visto- estará con los escandalosos, que son más y atesoran más votos potenciales. La mayoría de los habituales de la calle José Antonio y transversales, al grito de “ande yo caliente”, es claramente insolidaria con la minoría afectada por la insufrible escandalera, formada en esta ocasión por los cientos de vecinos de la zona. Ese relajo se tiene que acabar. (de-leon@ya.com).