sábado. 10.05.2025

Por Miguel Ángel de León

Cuando se acabe la festiva mascarada, no sólo la mascarita o las murgas subvencionadas (que no subversivas, que de ésas ya no queda ni una) se van a quitar la careta. Van a caer otras muchas. Incluso un poco antes del entierro de la sardina (a ver si llega ya, por caridad). E incluso desde hoy mismo. Porque hoy mismo, en efecto, caerán disfraces de militantes que dicen que no quieren seguir siendo militontos del Partido Popular (PP, en confianza) y que pasarán de pertenecer a un partido nacional a otro nacionalista, tipo CCN. Con dos... presentaciones. Sigue, pues, la fuga por goteo en el PP conejero, donde van a dejar solita y con Dios -y ella encantada de la vida, pues así hay menos golosos entre los que repartir el pastel electoral- a doña María Dolores de León Luzardo (Loly para los amigos y demás personas piadosas), la presidenta cuasi vitalicia de la gestora “Duracell”, como la hemos rebautizado aquí.

Allá cuando las vacas peponas estaban gordas -que no locas-, al principio de este alocado mandado mal llamado legislatura, me cansé de decírselo a ella a la cara: “Te has llenado de balón, Loly. Además de no sé cuántos cargos orgánicos, llevas dos concejalías en el Ayuntamiento de la capital y dos consejerías en el Cabildo. Mucho queso para un solo ratón. El resto de la camada no te lo va a perdonar nunca”. Y ella, claro, a lo suyo: “¡Bah, boberías tuyas, que siempre estás contra el PP!”. Sí, pero en el PP se la tienen jurada los propios, más que los extraños. Y no descansarán hasta verla en la calle (o en el Instituto, tanto monta), aunque ella se agarre al clavo ardiendo de la cabeza de lista al Parlamento, ese pastel envenenado convertido en no pocas ocasiones en cementerio de elefantes. Por eso no hay congreso insular popular, y por eso se ha alargado hasta el infinito la gestora de marras: de celebrarse el mismo, Loly no tendría ninguna posibilidad de colarse en las listas ni en los puestos de suplente. En su día y momento no escuchó a quienes la aconsejaban con la mejor de las intenciones y se embostó de poder, por decirlo en canario, y eso no se lo van a perdonar los peores enemigos de cualquier político: sus propios compañeros de filas. Cree tener como escudo protector a José Manuel Soria. Pero Soria, en la derrota, no conoce a los perdedores. En caso de duda, pregúntesele a Domingo González Arroyo, el marqués de las pocas dunas que van quedando en Corralejo.

En el otro partido de alcance o estructura nacional (federal, dirían los nostálgicos), el PSOE, los rescoldos de la última batalla pública y publicada siguen encendidos. El poeta Manuel González Barrera decía ayer en la tertulia del mediodía de Lanzarote Radio, textualmente, que “yo de estas elecciones sólo espero que no salga vencedor mi partido, y que López Aguilar se estampe contra el piso”. ¿Surrealista? No, es que Lanzarote y yo somos así, señora. Lo tomas o sales a escape. Al que le guste, bien, y al que no, también.

Ningún partido con implantación en Lanzarote llega entero a las elecciones loca-les de mayo. Todos llegan rajados, divididos, seccionados. Nadie ha escapado a la quema, y todos han terminado chamuscados... excepción hecha, claro está, del único partido que no concurre jamás a comicio alguno y que, sin embargo, siempre gana por goleada: el partido de los abstencionistas, en el que nos integramos la inmensa mayoría de los ciudadanos, por más y por mucho que nos insulten o nos ninguneen los políticos profesionales y los profesionales del periodismo que creen que la democracia sólo se ejerce retratándose ante las urnas, como si el no votar no fuera un voto como otro cualquiera: voto de castigo, el que más les duele a todos. Sólo hay que ver cómo se ponen todos de acuerdo, tirios y troyanos, a la hora de arremeter contra los que no quieren entrar por el aro ni someterse a su juego inútil. La partitocracia de la que habla y no para, todavía desde dentro de la bestia, Manuel González Barrera, que no termina de entender que no son buenos tiempos para la lírica, mucho menos para la lógica. Ladran, luego... (de-leon@ya.com).

Vota, bobito...
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