Por Miguel Ángel de León
El Cabildo conejero encargó en su día y momento un estudio (no hay que confundir nunca estudiar con aprender, y mucho menos en Canarias, que sigue encabezando la humillante marca de las regiones españolas con más fracaso escolar). Y el estudio de marras, otro más entre un millón igual de válidos, terminó descubriendo, después de arduos trabajos de investigación, que "las lanzaroteñas son mujeres de su tiempo". Tal cual. Lo meritorio, o al menos lo más sorprendente, hubiera o hubiese sido que lo fueran del siglo XV o del XXII. En estas cosas, y en otras de similar enjundia, se emplea nuestro dinero.
Otro estudio aún más reciente que el anterior, realizado hace unos años por la pomposamente denominada Unidad de Patrimonio Histórico del mismo Cabildo lanzaroteño llegaba a la conclusión, entre otros hallazgos no menos llamativos, de que los majos (los antiguos pobladores de la isla) alimentaban al ganado -cito textualmente- "con tabaibas y bobos" antes de la llegada de los primeros colonizadores. Nada que objetar.
La palabra colonizador, como es fama, se debe a la otra fama internacionalmente ganada por Cristóbal Colón cuando, sin saberlo, quererlo ni pretenderlo (él iba hacia Las Indias, y murió convencido de que llegó hasta Asia por un camino no convencional), se tropezó con lo que hoy es y llamamos América, a pesar de que el propio Colón murió sin saber que había encontrado, y mucho menos descubierto (o inventado, como decía un antiguo maestro mío allá cuando chinijo) un nuevo Continente.
Uno es profano en la materia comparado con los especialistas que han realizado los muy científicos y rigurosos estudios cabildicios de marras. Y le sorprende como al que más eso de que los conejeros prehispánicos ya estuvieran “bobiando” (entendiendo en este caso ese gerundio como el hecho de alimentar al ganado con bobos). El ahora nacionalista Alfonso O'Shanahan, en su amplio aunque incompleto “Gran Diccionario del Habla Canaria”, especifica una de las acepciones que tiene el bobo en Canarias. En la página 191 de la mencionada obra se apunta que bobo se llama también a la Nicotiana glauca: "Especie de solanácea oriunda de América del Sur, venenosa para el ganado vacuno, que crece entre las piedras lávicas, orillas de las carreteras, etcétera. En Lanzarote es muy estimada por ser creencia que estimula la puesta de las gallinas, si bien otros creen que es venenosa y hasta letal. Dado que es de las pocas especies vegetales endémicas del norte de dicha isla, se usaba para hacer hogueras de aviso a la población de La Graciosa, principalmente para informar sobre enfermos, en cuyo caso con una sola hoguera se indicaba el buen estado de salud del paciente, con dos de su gravedad y con tres su fallecimiento". De todo lo cual, por cierto, se deduce e infiere que los conejeros también hemos hecho el indio... y no sólo cuando acudimos a votar.
Actualmente, en Lanzarote proliferan y se multiplican los bobos, principalmente, en época de elecciones. Es entonces cuando se constituyen en una auténtica plaga, capaz incluso de afectar al buen estado de salud de la población. No sé si se habrán fijado ustedes, justo ahora que todos los candidatos potenciales llevan el mitin puesto: les pides la hora y te cuentan su programa electoral, si lo hubiera o hubiese.(de-leon@ya.com).