Por Miguel Ángel de León
Con motivo del pasado y pesado carnaval conejero, que me sirve de excusa anual para salir a escape de Lanzarote, me planté en Marruecos. Y allí, la amable anfitriona lugareña me dejó ver, entre otras maravillas naturales, la portada de la revista Interviú de hace ya algunos años. En el país vecino y amigo (ejem...) no se suele ver por la calle publicaciones de las concretas características del mencionado semanario español, así que no supe disimular mi extrañeza inicial, hasta que ella se explicó:
-Trajo mi hermano de Pinínsula hace dos años. Habla de tu isla Lanzarote...
Sí, habla en portada de esta pobre islita rica sin gobierno conocido, pero por persona interpuesta: una machanga que dice ser y llamarse Sonia Moldes, por lo que veo -sobre todo- y leo.
Hay gente que tiene prejuicios con respecto a Interviú, pero aunque lo pueda parecer a primera vista no es de esas publicaciones que se leen con una sola mano, pues tiene también artículos de fondo muy interesantes, aunque el fondo que allí más abunda suele ser algo más oscuro y profundo que el análisis periodístico de la semana. En la portada de marras, y en un amplio reportaje en páginas interiores, se da cuenta de la reciente estancia en Lanzarote de la antedicha fulana, a la que no tengo el gusto de conocer y con que la que dicen que primero empezó a “entrenar” el entonces todavía futbolista Mijatovic (ahora metido a directivo de lo que va quedando del Real Madrid, como es triste fama), aunque de último la muchacha dedica su tiempo libre (el de hace unos años, fecha de la publicación) a jugar al parchís con un supuesto conde (Lequio, o nombrete similar), del que tampoco tengo mayor noticia ni conocimiento, pues soy analfabeto integral en hablando de la crónica crápula.
Los sufridos lectores se preguntarán a qué viene ahora esta frívola bobería (con perdón por la redundancia), pero no hay que olvidar nunca que lo más importante para una isla que vive esencialmente del turismo es la publicidad exterior. Y no es chica ni manca promoción turística que una revista de alcance nacional y de la tirada (de ejemplares) de Interviú coloque en toda la portada a una alegre intelectual orgánica que, por lo que se insinúa en el "hondo reportaje" hecho al efecto, fue sorprendida la pobrecita a traición (o sea, sin previo aviso ni acuerdo económico, que hasta la duda ofende), tomando el sol en una playa conejera, aireando sus trigueñas dunas al norte del ombligo junto a una hermana suya que responde al nombre de Berta, aunque esta última parece mucho más recatada, y "casualmente" lleva el traje de baño al completo, sin enseñar nada a nadie... y, sobre todo, sin poner las posturitas que aparece haciendo en todas las fotos la Sonia Moldes del cuento.
Haciendo un juego de palabras con el que no entiendo que no le concedieran ese año el Premio González Ruano de Periodismo, el autor del texto que acompaña las refrescantes fotografías de la fresca machorra, un tal Roberto Rosen, escribe -cito textualmente- que "Como si quisiera ofrecerle al viento sus mejores moldes, Sonia Moldes [¿lo cogen?] descansó despreocupada y feliz", puesto que no es chica la despreocupación ni manca la felicidad que da el ganarse el dinero de manera tan fácil y con tanta desenvoltura, vive Dios.
Pelillos a la mar (la mujer va afeitada), porque importa lo que importa: la publicidad turística de la isla.
Ni la ITB de Berlín ni la ITV de Argana. Déjate ver en la Interviú. Con dos... promociones. (de-leon@ya.com).