viernes. 29.03.2024

Los que nos ocupamos algunas veces de emborronar cuartillas como sano ejercicio de tener la mente activa, transmitir algo de información, opinión o , simplemente, divertirnos con el necesario juego de las palabras, nos estamos tentando la ropa, ahora de verano, cada vez que nos ponemos delante del ordenador, asustados por las múltiples apariciones en los papeles de personas, (casi siempre políticos), que se empeñan cada vez más en enviar gran cantidad de demandas o querellas, más o menos fiables, a los diferentes Juzgados de nuestras islas. Apelando siempre al curioso e indefinido -honor mancillado-de su persona. ¡Qué graciosos!.

Además, para llenar, mucho más de lo que están, las mesas de nuestros magistrados repletas de variados e importantes sumarios que llevan mucho tiempo en, "su lugar descanso", aumentando, por lo tanto, la tragedia que supone para muchos ciudadanos el tener que esperar años y años, para que sus asuntos se resuelvan lo más rápido posible. Y es que no existe justicia, si la misma no es razonada, pero, igualmente, rápida y diligente.

Aunque a nosotros, más quemados que el Obispado de La Laguna, estas cosas del, "honor", la verdad es que nos parecen un poco "gilis" y bastante decimonónicas, y por que no decirlo también hasta cómicas. Sobre todo, cuando personas que todos conocemos como poco honorables para ser suaves en la expresión, por su habitual y continuada -bellaquería y villanía-, para usar palabras un poco en desuso, se sienten muy ofendidas y vilipendiadas como dicen ellos con grandilocuencia; "en su propio honor", por las opiniones de periodistas, colaboradores, y gente de mal vivir. ¡Los pobres!.

Y es que hasta ahí podíamos llegar. Pare el carro compadre. Pues ese grado de dignidad personal, por decirlo de alguna forma, que se atribuyen en este caso los sujetos psudofendidos haciendo uso de toda clase de aspavientos jurídicos, no es ni por asomo , herencia familiar trasmitida vía infusa por especiales genes ancestrales, sino, oído al parche, por que la sociedad, eso que llamamos gente honrada y seria, le ha otorgado en su momento de forma natural y sencilla, y sin ni siquiera un documento acreditativo esa condición.

Como dice el diccionario: Honor: Cualidad por la que una persona, merece el respeto y la consideración de los demás. Esa frase lapidaria, es la que nosotros, modestamente, siempre hemos entendido como la que define a un, "hombre de honor", sin más aditamentos, consideraciones o reconocimientos de otra clase. Al igual qué, honradez. -Cualidad de la persona que obra con rectitud, y sinceridad, respetando los valores morales.

Aclarada la cuestión, tampoco nos entra en la cabeza que un juez o jueza, pueda opinar y sentenciar en estos casos tan complicados, como son las cosas del espíritu y de la moral, con cierta equidad y tranquilidad de conciencia, así, sin más. Nosotros podemos estar equivocados y pedimos perdón si ofendemos por decir lo que pensamos y sentimos, pero, sinceramente, no lo entendemos, pese a lo que digan las leyes. Y si esas leyes están mal hechas o equivocadas, apelamos a nuestros legisladores para que las enmienden acudiendo a las sabias palabras de Felipe González. Leyes, quitan leyes. Amén.

Va, de haches y de leyes
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