Por Antonio Guerra León
Sinceramente, la verdad es que nos aburre bastante tener todas las semanas que ocuparnos de cualquier de nuestros políticos al uso, personas que de no estar en la pomada, no ocuparían ni una sola línea en un diario por su talento y virtudes, pues los comportamiento habituales de muchos de ellos, aparte de grandes escandalos, (léase corrupción), son totalmente planos e indiferentes para la mayoría de la ciudadanía.
Y es que, todavía, resuenan en nuestros oídos, las palabras de un periodista de total honestidad de un diario de Las Palmas de Gran Canaria, que en la emisora San Borondón del Centro de la Cultura Popular en La Laguna, Tenerife, afirmaba con rotundidad, que la llamada clase política estaba corrupta o en proceso de corrupción en un 90 %.
Ante este delirante panorama, para nuestra sociedad y para la maltratada democracia, no nos queda más remedio, (abusando de nuestra pequeña dosis de masoquismo), que repetirnos y denunciar hasta la saciedad y a todas horas, toda clase de corruptelas y abusos en nuestra islas, para no sentirnos cómplices por omisión de tanto dislate y..., mamandurria.
La lista de, "irregularidades", (vamos a ser magnánimos), entre nuestros políticos como todos ustedes conocen es interminable, aunque parece que en estos días los jueces y fiscales han puesto de una puñetera vez mano a la obra, cuestión que se agradece. Pero nosotros hoy, queremos hacer hincapié, aunque sea de forma superficial, sobre un asunto poco habitual y, que tal vez puede ser legal, aunque muchas veces, -lo legal no quiere decir que sea
justo-.
Nos referimos a la forma en que el grupo gobernante C.C. en el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, y en el Cabildo Insular de la isla picuda, ha blindado sus bien cimentadas "mayorías absolutas", sumando a su grupo -para no tener nunca el mínimo problema- a los serviles ediles del Partido Popular, cuestión que nos parecería hasta bien si fuera por coincidir en iguales planteamientos ideológicos ambos grupos, pero no, para obeder con fidelidad canina, todo lo que ordene y mande el grupo gobernante.
Y es que, no podemos entender que estas ayudas, totalmente, innecesarias como es obvio, sean sufragadas con los impuestos de los contribuyentes en forma de suculentos sueldos y sinecuras sin fin, mientras los servicio sociales, por poner un ejemplo, dan verdadera pena en nuestra capital tinerfeña. Sin dejar atrás la vergüenza ajena que nos invade, cuando los concejales populares, algunos buenos amigos nuestros, se prestan sin ningún recato a recibir sus magníficos emolumentos con antidemocrática indignidad.
Además, dándose el peregrino caso, muchas veces, que un mismo asunto es votado en el Ayuntamiento o Cabildo de una forma, y dos calles más abajo en el Parlamento de otra por los concejales populares que a la vez son diputados regionales. Ustedes juzguen. ¿Por cierto, cuando los políticos ostentaran solo una cualidad y un solo sueldo?. Cuando.
Estamos todos de acuerdo en que la "oposición", puntualmente, como se dice ahora, debe apoyar muchas veces al equipo gobernante en cuestiones que sean de verdadero interés general para la población. Pero no entendemos, que se cobren buenos euros por ello, pues de esa forma se diluye la verdadera esencia de la democracia en las cámaras perdiendo, por lo tanto, las minorías credibilidad y prestigio. Pero, allá ellos, que con su pan se lo coman.
Otras corruptelas a denunciar, es la del complejo de muchos políticos para pasar a la historia, mejor dicho, a su triste y mínima historia, haciendo faraónicas obras más o menos singulares, mientras otros, como en este caso, el Señor Soria, hacen tranquilamente el indio, (y que me perdonen los indios)
Pues, el Señor Presidente del Cabildo de Gran Canaria, en un ataque de ego desenfrenado, no se la ha ocurrido en estos tiempos crepusculares para él y su formación política, sino hacer ondear en un mástil de muchos metros de altura una bandera de doscientas cincuenta metros cuadrados con los colores de su isla valorada en varios millones de pesetas. Capricho, que si al zeñorito, le apetece, debía pagarse con sus propias perritas, pero no con los impuestos de los grancanarios que lo están pasando como todos los restantes habitantes de las islas bastante mal, pues todos sabemos, menos el Señor Soria, naturalmente, que la cuarta parte de la población canaria está bajo el umbral de la pobreza, mientras el resto llega fatal a fin de mes si es que llega. Así que menos banderitas y más seriedad Señor Soria, ¡que ya es usted mayorcito!, y un consejo de viejo, olvídese de signos y formas externas que nos hagan recordar tiempos pretéritos felizmente enterrados por casi todos los ciudadanos.