viernes. 19.04.2024

Antonio Guerra León

Se dice, “que eres más malo que pegarle a un padre”, o “a una madre”, como el summun de lo abominable, pero tratándose de la, hasta ahora intocable, Madre Iglesia nos parece bien hasta para la misma que se le fiscalicen sus actos y se critiquen sus actuaciones, si fuera necesario, pues como toda cosa de humanos también ella es susceptible de errores y a veces de errores mayúsculos de los cuales casi siempre pide perdón años o siglos después. Algo es algo.

Todo viene a cuento por la entrada en la batalla electoral del cuerpo eclesial, eso sí, con todo el derecho de mundo, pero también con toda la obligación por su parte de acatar con deportividad, o si no a los Juzgados, con todos los reproches y descalificaciones de la contienda electoral donde se han metido por propia iniciativa. Y donde no debe mezclarse, creemos, ni a Dios ni al Maestro -a los que mucho respetamos desde la más tierna infancia-, pues eso sería jugar con ventaja. Porque, al fin y al cabo, siempre lo que se dilucida en unos comicios no es otra cosa que obtener poder y sólo poder, y parece que la Iglesia no se resigna a perder su cuota habitual, por cierto cosa que ningún gobierno ni siquiera, tantico así, ha osado nunca intentar quitarle. Ahí está la historia. Otra cosa es que quiera más y más, como en los viejos tiempo de la dictadura, pero para eso hay que presentarse como partido político a las elecciones y no ocultarse detrás de otras siglas políticas a las que por cierto su presencia le hace un flaco favor. No estaría mal recordarle a los obispos aquello de que, “mi Reino no es de este mundo”, Juan 18, 33-37.

Y por qué, nos preguntamos muchas personas, la Iglesia ha tomado la decisión de entrar a saco en la política nacional española con tanta algarada, gruesas palabras y brutales descalificaciones cuando ha recibido y recibe el mayor y mejor trato que ha tenido de cualquier gobierno desde la Transición. De verdad no lo entendemos. Cómo puede meterse la Iglesia en el espinoso campo del terrorismo contra el legítimo gobierno de la nación, cuando ella sabe que todos los gobiernos anteriores han tenido siempre contactos con esa banda de asesinos para ver si de alguna manera se puede acabar con ella. Curiosamente, a la organización terrorista ETA, el señor Aznar la llamó un día en Europa algo así como buenos nacionalistas o movimiento de liberación nacional. También es bueno recordar, aunque parezca cosa de mal gusto, que el terrorismo vasco se gestó y nació en las sacristías de la Iglesia Católica y no en ninguna logia masónica, sinagoga judía o mezquita musulmana.

Respecto a la parte económica, creemos que esta es la parte que más le interesa a la Iglesia, debemos consignar que todo habitante de este país “cotiza” casi cuatro euros por cabeza para mantener a la misma, y que el impuesto de IRPF dedicado a la Conferencia Episcopal ha sido elevado mucho por este gobierno, cuota que no pagan solamente los católicos sino todo “quisque”, de cualquier religión o creencia, que pasa por Caja.

En la cuestión del divorcio creíamos, ilusos de nosotros, que esa cuestión estaba ya archivada y asumida por los curas, pues fue hasta votada por el mismo PP en su día. Y nos preguntamos como bobos: ¿Entonces por qué la Iglesia ha casado de forma canónica y con todos los honores a nuestra Princesa, pese a estar divorciada, y a las nietísimas de Franco y otras “prendas”?, pues, porque pueden ir a Roma y pagarse el descasamiento como si tal cosa. Ustedes verán.

Del aborto es mejor no hablar porque aquí todo ha sido pura hipocresía. Las autoridades eclesiásticas miraban para otra parte cuando “las niñas bien” iban a abortar a Londres y otras capitales europeas, mientras “las niñas malas y pobres” se desangraban en oscuros habitáculos en manos de abortistas de medio pelo sin titulación ni medios. Ver para creer.

Y de la familia, chitón señores, pues unas personas que se han negado desde su celibato a seguir la proclama divina de "creced y multiplicaos", poquito pueden decir de este asunto. Calladitos están más bonitos.

Aquí vamos a parar el carro, pues parece que estamos cogiendo demasiada carrerilla y podemos faltar a eso que tanto debe practicar la Iglesia en estos momentos y que echamos tanto de menos: la caridad cristiana y la verdad. Hasta Pronto.

El que las da, las toma
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