martes. 16.04.2024

Hay fechas en el calendario imposibles de obviar, pues la obligada presencia en las páginas de los diarios y otros medios de comunicación nos las recuerdan todos los años con puntualidad británica y gran riqueza tipográfica. Efemérides clásicas e intocables de siempre, como por ejemplo el primero de Mayo, donde las tradicionales reivindicaciones obreras se hacen presente en las calles desde hace muchas décadas con el fondo revolucionario de "La Internacional"; días comerciales, falsos y hasta cursis, como el de "La Madre", "El Padre" y "El Abuelo"; igualmente, jornadas, casi siempre inútiles, que nos recuerdan cada trescientos y pico días que debemos respetar más a las mujeres, los niños o la maltratada naturaleza; por último, no se debe olvidar las intocables celebraciones religiosas de conocida tradición que forman parte inseparable de nuestra cultura judeocristiana, pese a la progresiva y creciente laicidad y agnosticismo de nuestras gentes.

Pero para nosotros, modestos escribidores, el 23 de abril, "Día del Libro", es una fecha necesaria e imprescindible para todas las personas que tienen como mínima meta vital la instrucción y las ansias de conocimiento. Esta fecha, como todos ustedes conocen, evoca, urbi te orbe, a los dos grandes e inamovibles pilares de la literatura universal de todos los tiempos, Miguel de Cervantes y William Shakespeare. Es el día donde el Rey de España aprovecha la ocasión para entregar en la vetusta Universidad de Alcalá de Henares el máximo premio anual de las letras en lengua española, que corresponde este año al prestigioso escritor mexicano Sergio Pitol. ¡Felicidades, mi cuate!

Después de este pequeño introito, queremos llevar hasta a ustedes, y no con muchas ganas precisamente, un somero retrato del panorama literario en nuestras islas, donde nuestra gente, como todos sabemos, es muy poco dada a pasar entre los dedos, aunque sea por mínima curiosidad, las finas páginas de libros y periódicos.

Y es que nos debería dar verdadera vergüenza constatar con total crudeza que los isleños ocupamos, como en otras tantas cuestiones importantes dentro del panorama social de España (cesta de la compra, listas de espera en hospitales, sueldos, pensiones y otras cuestiones), las peores clasificaciones regionales, aumentadas en este caso por el vergonzante y denigrante trofeo de ostentar casi en solitario el liderazgo del temido fracaso escolar, y ocupando, además, desde hace tiempo, también, el farolillo rojo en la nada difícil carrera por la buena lectura.

Suponemos que en lo que no somos los últimos, por lo que se palpa en la calle, es en la ingestión acultural por parte de muchas personas de todas clase de datos, nombres, frases hechas y repetidos eslóganes buscados con avidez en un conocido diario ¿deportivo? nacional, mientras otros, los más salidos y libidinosos, sólo usan los periódicos para leer con solemne estupidez y mucho morbo las espesas páginas de contactos sexuales llenas de fotos de exuberantes hembras en pelota picada, o las necrológicas esquelas locales.

Apreciados amigos nuestros, de esta forma bastante desmoralizante tenemos que terminar estas cuartillas, después de llevar hasta ustedes -aunque nos duela en el alma-, el lamentable estado cultural en que se encuentra una gran parte de nuestra sociedad, donde nosotros los padres, ¡cómo no!, tenemos mucha culpa de que nuestros hijos no lean ni siquiera un línea (algunos padres sólo han leído en su vida el "Libro de Familia"). No es menor la culpa política que tienen nuestras veleidosas autoridades educativas, que siguen pensando que la lectura en institutos y colegios es una forma muy antigua y sosa de pasar las horas de clase.

De todas formas no perdamos la esperanza, "pues no hay mal que cien años dure, ni cuerpo que lo resista", seamos, por lo tanto, benéficos y optimistas y que Dios nos ampare. Feliz, "Día del Libro".

Día del libro
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