domingo. 11.05.2025

En alguna ocasión he utilizado esta columna de opinión para exponer mi teoría sobre los “ministros bobos”. Efectivamente, existe en el mundo de los asesores políticos una estrategia que no falla, el incluir en cada Gobierno a un par de ministros tontos de remate que asuman para sí todo el peso de las críticas, desviando la atención de los asuntos más trascendentes que llevan los otros ministros, los más listos. Lo curioso del caso es que estos “ministros bobos” suelen ser luego personas con notables trayectorias profesionales y políticas, aunque también es cierto que eso no es ningún referente válido teniendo en cuenta cómo está el mundo del enchufe y de las herencias, porque algunos heredan sin mérito alguno cosas que no habrían logrado ni en cien vidas de esfuerzo, lucha y sacrificio. En la época de Felipe González tuvimos un gran ejemplo con Fernando Morán, sobre el que se hicieron todo tipo de chistes; en la época de Aznar nos topamos de bruces con Matutes, y ahora, en la era ZP, nos hemos visto las caras con Moratinos. Qué curioso, ¿verdad?, todos ocupando la cartera de Exteriores. ¿Casualidad? No, ni mucho menos, pura estrategia.

Sintiéndolo en el alma, porque soy un defensor del ascenso de la mujer a las alturas del poder, en esta clasificación se nos ha colado también una ministra que amenazó seriamente al comienzo de la legislatura con desbancar a Moratinos del triste honor de ser el “ministro bobo” del Ejecutivo que preside José Luis Rodríguez Zapatero. Me refiero a la ya ex ministra de Vivienda, María Antonia Trujillo. Se lo curró, la verdad es que se lo curró. Por eso la echaron, claro.

Recordemos que esta señora llegó a su Ministerio con la difícil papeleta de cumplir el compromiso electoral del Partido Socialista (PSOE) de solventar uno de los problemas que más preocupan a los ciudadanos de este país, especialmente a la gente joven, cambiar la esquizofrénica política de vivienda de los últimos años de gobierno del Partido Popular (PP). Lo primero que hizo, cuando echó números y vio que era imposible alcanzar las cuatrocientas mil viviendas que se comprometieron a hacer, fue soltar esa perla de las “actuaciones habitacionales”, dando a entender que lo que se va a conseguir es tener cuatrocientas mil camas más en las que dormir, no cuatrocientas mil viviendas. Pero lo peor estaba por llegar. Esta joya de la política de andar por casa se volvió a convertir en noticia con su penúltima ocurrencia, la posibilidad de construir viviendas de protección oficial, las famosas VPO, de espacio reducido, de entre 25 y 30 metros cuadrados. Como estas tonterías suelen venir avaladas por los respectivos informes de los asesores de turno -qué malo es el/la del Ministerio de Vivienda-, la ministra boba, que no la boba de la ministra, se descolgó poniendo el ejemplo de los países nórdicos y de Japón, donde aseguró que este sistema funciona a las mil maravillas, sin darse cuenta de que aquí no somos ni nórdicos ni japoneses. Por si esto no fuera suficiente, asediada por la prensa y supongo que presionada por los mismos responsables de su partido que se han encargado de echarla a los leones, repitió que “la dignidad de una vivienda no se mide en metros cuadrados”. Se necesita ser tolete. Si hubiera más gente como la ministra Trujillo no haría falta celebrar los Premios Nobel, ni los Príncipes de Asturias. Se asignarían los diplomas y la pasta de forma automática, por su imaginación, su innovación y su contribución al desarrollo de la humanidad.

Estoy seguro de que la vivienda de la señora Trujillo, si es que sólo tiene una, no es ni de 25 ni de 30 metros cuadrados. Estoy convencido además de que en su vida ha vivido en un espacio tan reducido. Únicamente la falta de experiencia en estos menesteres le permite a uno decir esas sandeces.

Lo que tendría que haber hecho ZP, si realmente veía que era imposible resolver el tema de la vivienda porque los ayuntamientos se niegan a liberar suelo y porque los especuladores del bloque y el ladrillo se niegan a vender sus inversiones inmobiliarias, era reconocer el fracaso, o al menos no sacar a Trujillo hasta que no se le ocurrió una buena idea. Las “miniviviendas” son para la gente con “minicerebro”. Propongo por tanto que la primera casa de protección oficial que se construya con ese tamaño se le entregue a la ministra, que tendrá que entregar a cambio el piso o el chalet en el que vive ahora. Entonces demostrará que la dignidad de una vivienda no se mide por metros cuadrados.

Esta ministra, además, tiene mala suerte, es casi tan gafe como ZP. De lo contrario no se explica que justo cuando la destituyeron del cargo para nombrar a la Chacón se anunciara el fin de la burbuja inmobiliaria, y se comprobara que, efectivamente, no se vende ya un piso o casa ni a punta de pistola. El daño que ha hecho la subida del puñetero Euribor y la crisis general que se vive en medio mundo han terminado ahogando las ventas. En Lanzarote también sabemos de este asunto, y si no, pregunten a los promotores inmobiliarios o a los constructores. Se ha terminado la alegría con la que se vendía todo hace unos meses, de lo cual me alegro. A ver si se empiezan a colocar precios razonables en los carteles y los que no tienen una vivienda en propiedad la pueden tener.

Que nadie piense que las medidas anunciadas por ZP y la Chacón y que tantos quebraderos de cabeza han dado a Solbes son la panacea. No son más que cantos al sol de la maquinaria preelectoral del PSOE, que, todo hay que decirlo, funciona muy bien. Tan bien que estoy casi convencido de que van a volver a dar un susto al PP. Mariano Rajoy tiene los días contados. Y se lo merece, por dejar que le coloquen como si fuera una marioneta detrás de una cámara para soltar un discurso chorra que se notaba una barbaridad que lo estaba leyendo.

Vive y deja vivir, en algún sitio
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