jueves. 15.05.2025

De vez en cuando los que seguimos el acontecer diario de esta particular tierra de múltiples sucedidos nos damos cuenta de que el ciclo de la vida, ese por el que todo se repite una y otra vez y que tan mal sentó al pobre Rey León, se puede aplicar también a las noticias. Es, siguiendo con dibujos animados de ayer y hoy, como el magnífico ejemplo que nos dieron con la serie “Érase una vez el hombre”, esa en la que sus geniales creadores, a los que sí que habría que haber llenado la casa de premios, nos mostraban cómo a lo largo de la historia de la humanidad siempre ha habido los mismos personajes en distintas situaciones: el sabio, el tiñoso, el jefe, el fortachón, el valiente... En el ciclo de las noticias es igual, aunque con un matiz, aquí no sólo se repiten los personajes sino el contenido de las informaciones. Por poner algunos ejemplos, me puedo referir sin ir más lejos a las denuncias que han formulado desde la Federación de Empresarios Turísticos (AETUR) sobre la proliferación de las camas ilegales que operan en el mercado insular, un fenómeno al que nadie trata de poner freno pero que desgraciadamente no es de hoy, viene ya de muy lejos. ¿Te suena, verdad? Sí, ya sé que con algo de voluntad política se podría resolver, pero no la hay. También sé que muchos lo padecemos en nuestras propias carnes. Vivo en Costa Teguise desde hace dos años y al menos dos casas de las que tengo más cerca se utilizan para el tránsito de turistas, casas por supuesto que no pagan los correspondientes impuestos como sí lo hacen los empresarios que denuncian. Por poner otro ejemplo del ciclo repetido de noticias, me puedo referir a los problemas internos que vive el nacionalismo canario, los mismos problemas internos y externos que lleva padeciendo desde que el mundo es mundo y que de un modo u otro siempre terminan en la fractura en mil pedazos de lo que se supone que debería ser un proyecto común, creando un panorama electoral ciertamente difícil de explicar a los que no son de aquí. Sólo hay que pensar en los próximos carteles, en lo que nos va a venir en las elecciones municipales y autonómicas del mes de mayo. ¿Cuántos nacionalismos insulares distintos nos van a proponer, hay ideas distintas para tanta gente?

Pero hoy me quería detener en un asunto ciertamente llamativo, una cuestión sobre la que este servidor ha insistido en varias ocasiones. Me refiero a los desesperados comunicados de prensa que envíaba la Policía Nacional en los tiempos en los que la dirigía magníficamente el comisario Raimundo Villanueva, comunicados que creo que le costaron el puesto y en los que no hace falta ser un eminente criptólogo para darse cuenta de que existía un mensaje cifrado poco oculto y con muchas ganas de ver la luz, el hecho incuestionable de que todo el esfuerzo que realizaban para detener a los amigos de lo ajeno se veía truncado en las instancias judiciales que inmediatamente después los ponían de patitas en la calle. Me consta que esta semana ha habido varias detenciones, pero no ha llegado ningún comunicado. Está claro que las maneras y las formas han cambiado, para mal. Tampoco sabemos nada de la banda que robó en el supermercado que el buen empresario Juan Guerra tiene en Playa Honda. ¿Se ha investigado el asunto, tenemos que preocuparnos, es verdad que hay bandas organizadas con mercenarios profesionales procedentes de la Europa del Este, qué pasos se ha seguido?

Creo que escribí hace tiempo, y si no lo hice lo hago ahora, que el que redactaba esos comunicados, al que por cierto creo que no tengo el gusto de conocer, es un cachondo, una de esas personas que sabe ponerle humor a lo cotidiano y que le sabe quitar hierro a los asuntos más peliagudos. Fue el mismo que tituló hace un año que un argentino había robado en la calle Argentina, poniendo entre paréntesis “como su propio nombre indica”. Casualmente este mismo argentino que robó en la calle Argentina era el que volvió luego a ser detenido en circunstancias similares y que volvió a ser puesto en libertad en circunstancias más similares todavía.

Muy poco serio le debe parecer a un caco argentino, chileno, mauritano o chino la lucha contra el crimen que se emplea en un lugar como Lanzarote, en el que da igual el número de veces que uno delinca, porque siempre quedará en libertad. Ya se han aprendido el truco, y saben que aunque les trinquen con las manos en la masa poco o nada les va a pasar, salvo alguna que otra reprimenda de los sufridos agentes de la ley y el orden, quienes, no sería extraño, cualquier día de estos deciden hacer una huelga de arrestos caídos, vamos, de pasar olímpicamente de correr por vigésimo octava vez detrás del argentino de la calle Argentina.

Los que conocemos el ciclo de las noticias sabemos ya la respuesta oficial que se da en estos casos. La extraoficial es la verdaderamente interesante, es la que nos habla de que los jueces no tienen más remedio, al menos eso dicen ellos, que dejar en libertad a los delincuentes que cometen las fechorías menos gordas porque no hay sitio donde meterlos, entre otras muchas razones porque la cárcel de Tahíche hace ya varios telediarios que se encuentra saturada, cosa que se supone que cambiará con la remodelación.

Mal ejemplo estamos dando a los amigos de lo ajeno. Les estamos quitando una de las mayores emociones que puede tener su oficio, el miedo a que a uno le atrapen. Poca emoción puede tener robar en una tienda, quitarle la pensión a una pobre anciana a la salida de un banco o sustraer un kilo de magdalenas en un supermercado si se sabe de antemano que no hay castigo para el delito. ¿Qué sociedad podemos construir si los que deben velar por que se cumplan las normas básicas de conducta no ponen los medios para que sea posible hacerlo, qué ha pasado con el cachondo que escribía las notas de prensa, también lo han destituido?

¿Qué pasó con el cachondo de las notas de prensa?
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