¿En qué se parecen Plutón y Capello? En que los dos van a desaparecer del Sistema Solar. Bueno, para ser más correctos, uno, Plutón, va a desaparecer del Sistema Solar como planeta, y el otro, Capello, va a desaparecer de la “galaxia blanca” como entrenador.
Este jueves me levanté un poco más tarde de lo habitual, cansado después de la maratón de baloncesto que me tragué en la tele el día anterior y un tanto malhumorado por lo que había visto en el trofeo Santiago Bernabeu. Conecté la radio antes de ducharme y me tropecé con una noticia que me dejó ciertamente perplejo. “Plutón está a punto de dejar de ser planeta”, comentó el locutor de turno como quien cuenta que ha subido el precio de la gasolina. Como a veces me levanto sin saber quién soy, subí el volumen de la radio, por si había escuchado mal. “En estos momentos un grupo de científicos está debatiendo sobre la posibilidad de que Plutón deje de formar parte del Sistema Solar como planeta, y todo hace indicar, una vez que se establezca definitivamente la definición de planeta, que finalmente se votará que Plutón deje de serlo”, prosiguió el compañero periodista.
Después de procesar la información durante un par de segundos, me hice varias preguntas que espero que alguien me conteste: ¿cómo se puede de la noche a la mañana dejar de ser planeta?; ¿qué ha hecho Plutón para que le expulsen del Sistema Solar?; ¿por qué en el año 2006 no tenemos definido lo que es un planeta y lo que no lo es?; ¿no teníamos bastante con la multiplicación de países en Europa tras la caída del Telón de Acero para que ahora nos cambien también los planetas y nos tengamos que aprender un nuevo Sistema Solar?; ¿qué pasa con Plutón, va a dejar de existir, ya no podemos hablar de él, ya no es el planeta más alejado del Sistema Solar, en qué se convierte?; ¿qué pasa con los plutonianos, nadie ha pensado en ellos, van a ser apátridas de planeta, se convierten de repente en ilegales de la galaxia, vendrán en cayuco sideral hasta Canarias?...
No sé, me parece terrible que a estas alturas de la película puedan suceder estas cosas, que un grupo de científicos se reúna una mañana y se cargue un planeta así porque sí.
Pero si esto es terrible, mucho más terrible me parece ver con resignación en lo que se ha convertido el equipo de mis amores, el Real Madrid. Una de las cosas más inteligentes que he oído decir a Lorenzo Sanz, un presidente que tuvo una mano increíble para confeccionar un gran equipo de fútbol pero que fue manco en todo lo concerniente a los negocios, es que un entrenador que se marcha del Madrid no vuelve, o no debería volver. Se refería a Capello, que después de ganar la Liga decidió que era más suculenta la oferta económica que le hacían para regresar a Italia. No le han hecho caso a Lorenzo Sanz los socios, puesto que eligieron mayoritariamente a Ramón Calderón, un hombre que prometió en la campaña que traería de vuelta a Capello si ganaba las elecciones.
Ganó y cumplió su promesa, aunque todavía estamos esperando a que traiga a Kaká, la gran estrella brasileña que supongo que enganchó más votos que el entrenador italiano.
Con la vuelta de Capello y con Mijatovic como director deportivo del club, hemos pasado de los “galácticos” a los “mercenarios”. El Madrid se ha convertido en un equipo parecido al Chelsea de Mourinho, un club de fútbol sin identidad que junta a una plantilla de mercenarios que cambian de equipo sólo y exclusivamente por dinero, sin importarles lo más mínimo el color de la camiseta que vistan. Y Capello es un mercenario más. ¿Habría venido al Madrid si la Juve no hubiera descendido a segunda por amañar partidos, habría venido al Madrid si en el Milán o en cualquier otro equipo le hubieran pagado más dinero? Seguro que no.
Ahora los madridistas nos tenemos que resignar a ver un once titular sin españoles, con jugadores que probablemente cumplirán con el expediente pero que ni de broma intentarán hacer suyo el “espíritu de Juanito” ni nada que se le parezca. Tendremos a un equipo que probablemente resuelva los partidos por la vía rápida, con un gol tempranero y con el patadón y el tentetieso como principales argumentos del juego. ¿Es ese el Madrid que queremos los madridistas? Creo que no, creo que la mayoría preferimos a un Zidane arrastrando por el campo su lumbalgia que a ocho diarrás, emersons o cannavaros tirando de oficio en el terreno de juego.
Como conozco a mi gente, a los verdaderos aficionados madridistas, me queda el consuelo de pensar que Fabio no va a comerse el turrón por Navidad. Le va a pasar como a Plutón, que va a dejar de ser planeta. La grada del Bernabeu es sabia y exigente como ninguna. Pasa examen y revista en cada encuentro, e igual que no perdonó jamás a Ronaldo su exceso de peso y su apatía a la hora de afrontar los encuentros por muchos goles que metiera, no va a pasar que el Madrid gane los partidos por uno a cero guardándose el talento de Guti, Casillas, Baptista o Robinho en el banquillo, o dejando que Reyes y Joaquín se vayan a otros equipos porque aquí no gustan los buenos futbolistas si son españoles. Los madridistas de verdad preferimos estar otros tres años sin ganar un solo título que jugar un fútbol ramplón y mediocre, preferimos ser segundos detrás del inalcanzable Barcelona (¡cómo juegan, madre!) y poder crear una plantilla más española y con más futuro como la que está haciendo este año el Valencia. Bastante daño nos han hecho los errores “galácticos” de Florentino Pérez como para ahora ir por el mundo dando la imagen de ser un mediocre muro de piedra, eso sí, un muro de piedra con rocas de distintos países. La ONU, vamos.