Somos unos pocos los que nos divertimos en estos días en los que la política vive al borde de un ataque de nervios. La mayoría somos periodistas. Es triste, pero es así. También son muchos, principalmente la gente que no vive tan de cerca el absurdo de lo público, los que están cansados de leer y escuchar las crónicas del disparate continuo en el que se ha convertido la política de Lanzarote. No me cabe duda de que son los segundos, los que no se divierten nada con los follones políticos, los que se sienten tan avergonzados como los primeros al comprobar la talla moral e intelectual de sus representantes en las instituciones, los que tienen más razón que Galileo cuando tuvo que agachar el morro para decir que a pesar de lo que dijera la puñetera Inquisión la Tierra se movía.
Los que llevamos ya unos cuantos años cubriendo la información política de Lanzarote tenemos argumentos para pensar que la cura de espanto debe guiar nuestras vidas. Nada más incierto. En Lanzarote sabemos que todo se puede superar, que la antología del disparate político se escribe y se completa aquí año tras año, y que no hay legislatura mala sin tener presente que la siguiente puede ser mucho peor. ¿Se puede superar el esperpento de la actual, alguien cree que se podrá volver a vivir un periodo tan bochornoso? Se admiten apuestas.
Cuando supe que Coalición Canaria (CC) había convocado este miércoles una rueda de prensa con carácter urgente pensé que lo mínimo que iban a hacer era anunciar la destitución de Carlos Espino, por sus continuos y evidentes enfrentamientos con Inés Rojas. Me equivoqué, como creo que se equivocaron la mayoría de los que intentaron hacer conjeturas al respecto sin conocer el motivo real de la cita. No era fácil adivinar que lo que los nacionalistas pretendían era aconsejar a sus socios de gobierno que limpiaran su casa por dentro y por fuera para no seguir resquebrajando un pacto que tenía más grietas que la casa de Pepe Gotera.
No hace falta ser demasiado inteligente para saber que lo que hizo Mario Pérez en compañía de María Isabel Déniz e Inés Rojas no fue otra cosa que una meditada llamada de atención a sus socios de pacto por los reiterados desplantes y pequeñas traiciones que les habían hecho en las semanas anteriores. Sabiendo que la cosa era así, lo normal habría sido que el Partido Socialista Canario (PSC) hubiera reaccionado con sensatez emitiendo una nota de prensa oficial y seria en la que con firmeza se hubiera cuestionado no sólo lo expuesto por sus socios sino lo no expuesto, es decir, el mensaje cifrado. Lo normal habría sido que los socialistas hubieran puesto en evidencia a CC reclamando que antes de pedir a los demás que solucionen sus problemas internos solventen primero los suyos. Y es que, al menos así lo veo yo, ninguna formación política se debería meter con la ropa sucia del vecino, sobre todo cuando uno no ha terminado de hacer la colada.
Sin embargo, los socialistas prefirieron encargar a su secretario de Comunicación, Miguel González, que redactara una carta-nota de respuesta. Cuando me dieron la carta-nota para que la leyera pensé que era una broma, pensé que en lugar de haberla escrito Miguel González la había escrito mi amigo Manolo González, ya saben, el que muchos dicen que es el ideólogo en la sombra del Partido de Independientes de Lanzarote (PIL). Manolo, que evidentemente tiene los mismos defectos que tenemos la mayoría, tiene muchas virtudes, es un tipo ingenioso como pocos, alguien con la mala leche y el sentido del humor suficiente como para perpetrar una nota de prensa de semejantes características, capaz de provocar una reacción en cadena como la que creo que en principio no se pretendía. Ya lo vimos cuando organizó un follón mayúsculo que muchos han olvidado ya con la Fundación César Manrique a cuenta del proyecto de la carretera de La Geria. Pero no, la carta no la firmaba Manolo, la firmaba Miguel, Miguel González.
Aunque no me une una férrea amistad, sí que he mantenido a lo largo de los años una relación cordial con Miguel. Siempre me ha parecido un tipo educado, amable, discreto y sensato. Por eso me extrañó mucho el contenido del incomprensible y torpe ataque contra los representantes nacionalistas. Incomprensible porque comparar a las dos mujeres que ostentan la presidencia de las dos principales instituciones de la Isla con “chicas Bond” -mujeres florero- no sólo es vejatorio sino absurdo, y torpe porque significaba entrar como el más fiero de los mihuras al trapo que les habían lanzado de forma astuta. Aunque sé que lo hizo con la boca chica, porque aquí resuenan todavía los ecos de las carcajadas que se echaron los que perpetraron junto a él la nota Bond, le honra a Miguel que pidiera disculpas públicas ante el Pleno del Cabildo.
Mucha gente del PSC con la que he hablado puso a caer de un burro a Miguel González por lo que había escrito -un best seller si tenemos en cuenta la cantidad de gente que ha leído la nota-, aunque a todo el que me quería escuchar le decía lo mismo, que Miguel no tuvo la culpa. Y no la tuvo porque por encima de él hay otras personas que tienen que dar el visto bueno a un comunicado de semejantes características emitido en un momento en el que se sabe a ciencia cierta que se va a provocar la ruptura de un acuerdo de gobierno, aunque sea del gobierno de la institución más maltratada y sobada del país. Y por encima de todos ellos está el secretario general, Manuel Fajardo Palarea, que es quien dijo -al menos supongo que será así- que esa nota se enviara a los medios. Fue el propio Manuel Fajardo Palarea el que comentó en una entrevista de la tele emitida este viernes que él se movía por simpatías, que era incapaz de atacar a un amigo aunque este fuera su mayor adversario político, fue él quien por la mañana apoyó la misiva y quien por la tarde tuvo que cambiar de opinión. A mí me pasa igual, y no me refiere a que diga una cosa por la mañana y cambie de opinión por la tarde, me duele cuando atacan a la gente que me cae bien, y tengo que confesar que por múltiples razones que no tienen nada que ver con la política Inés Rojas y María Isabel Déniz siempre me han caído bien. Eso no quiere decir que me hubiera molestado menos que el ataque lo hubieran recibido otras mujeres que me cayeran peor. Habría sido igual de funesto. Es obvio que Manuel Fajardo Palarea no comparte mi simpatía por las dos políticas.
Después de todo, y vuelvo al análisis de los acontecimientos políticos, era absolutamente comprensible que los socialistas decidieran abandonar la disciplina del grupo de gobierno del Cabildo. Aunque, que nadie se engañe, ninguna de estas cuestiones, ni la rueda de prensa de CC ni la nota de Miguel González, tienen nada que ver con la ruptura. La ruptura se había producido mucho antes, desde el mismo momento en el que ambas partes se dieron cuenta de que no se aguantaban. Eran ya como el típico matrimonio moderno sin hijos que no tiene nada en común y que ha perdido la emoción del amor de los primeros instantes de relación. Tenían que romper de todas todas, pero con una buena excusa para acallar la mendicidad de las conciencias.
¿Quién ha salido más tocado tras la ruptura? Difícil pregunta. A mi juicio, juicio absolutamente imparcial porque tengo la suerte de no militar ni ideológica ni política ni monetariamente en ningún partido (dentro de poco se lo demostraré en los tribunales a un iluminado que piensa lo contrario), los socialistas. Primero, porque cayeron de forma absurda en la trampa que les tendieron los nacionalistas; segundo, porque se han tropezado con el terrible problema que supone el enfrentamiento directo con gran parte de la Agrupación Local de Arrecife y con su secretario general, Miguel Ángel Leal; tercero, porque cualquier encuesta que se hubiera hecho antes del último lío les situaba muy por encima incluso de lo que los más optimistas podrían pensar. Por eso, aunque reconduzcan la situación, como es lógico pensar que van a hacer, ya han perdido algo.
Lanzarote se merece una legislatura tranquila, una legislatura en la que los políticos se dediquen a hacer política dentro de sus despachos, haciendo lo posible para mejorar una sociedad que encuentra hoy en día terribles desfases por lo poco que se ha acompasado el crecimiento poblacional con el crecimiento de las principales dotaciones públicas. A mi escaso juicio, habría que seguir teniendo fe en que algún día llegarán al Cabildo y al Ayuntamiento de Arrecife políticos serios que trabajen única y exclusivamente por el bien común y que no busquen cosas más allá de los intereses del conjunto de la ciudadanía. No cuesta nada soñar, soñar despiertos. No cuesta nada tener fe y esperanza. Si no, apagamos la luz y nos vamos, o hacemos caso a mi amigo y compañero Miguel Ángel de León y hacemos una abstención colectiva. Que nadie vote. A lo mejor es la solución. O a lo mejor no.