Mario Crespi
El mundo no conoce a los americanos y me refiero específicamente a los estadounidenses, ya que en casi cualquier parte del planeta, incluyendo el resto de América, cuando se habla de americano se están refiriendo a un integrante de esa rara cultura norteamericana. ¿Porque rara? Unen a sus avances técnicos y del conocimiento una ingenuidad rayana en lo infantil y de poca educación. Cuna de la riqueza desmedida unida a una pobreza casi tercermundista. Riqueza que es imán de atracción de toda una legión de inmigrantes, que rechazan todo lo americano, pero se ven inexorablemente atraídos por ese cuerno de la abundancia que parece estar al alcance de cualquiera. El reverso de una moneda de oro cuyo emblema es el águila. Apologistas del liberalismo y de la individualidad, que contradicen con su política global que tanto rechazo y odio ha generado, pero debemos tener en cuenta cuando leemos un cartel diciendo “yanquis váyanse a casa” (yankees go home) que el americano medio nunca lo entenderá, así como no entiende la política exterior de su gobierno. Es más en su inmensa mayoría no saben nada del mundo que los rodea. El ser estadounidense tiene sus raíces en concepciones religiosas y más aún puritanas. Esos primeros colonos de una estricta concepción bíblica que los llevó a absurdos de rigidez y crueldad, han impreso en el carácter de los americanos huellas imborrables. Cazadores de brujas, observantes estrictos de reglas absurdas, dejaron como herencia una antinomia bien-mal tan marcada en el pensamiento de sus descendientes que ha sido base de gran parte de su literatura. El concepto de que la familia es sagrada es un tema muy serio para ellos. Pero trasciende de lo emocional, es estrictamente formal. Educa a tus hijos y perpetúa la religión y por supuesto la obligación de vivir por un ideal, ya sea patriótico, económico o la búsqueda del éxito. Todo esto se ve reflejado en su literatura tan bien representada por la “generación perdida” a la cual pertenecieron Hemingway o Henry Miller, o sus escritores sureños como Steinbeck o Mark Twain, críticos y contestatarios como John Dosspasos o Caldwell.
Rincón de la Poesía
Caminos gastados que he recorrido
buscando algún destino diferente
del que me han marcado.
Siete pasos medidos, camina,
siempre enfrente,
como te han enseñado.
Pero con un temblor de frustración
miré mis tristes huellas
que me siguen con vergüenza.
En esas marcas tan profundas
veo todo mi pasado, perdido,
y con un grito de rebelión
salto fuera del camino.
Esquivo piedras,
salto arroyos,
los bosques son mis amigos.
Las montañas son desafíos
que decido no enfrentar.
O quizás por curiosidad
solo para ver que hay detrás.
Ya no me empuja el pasado,
ya no me llama el destino.
Camino para ser feliz.
Camino por cualquier lado.
John Steinbeck. California 1902 - 1968. En su juventud trabajó como bracero y recolector de frutas. El campesino pobre que depende de la tierra para sobrevivir fue tema de su obra. Premio Nóbel y Pulitzer. Autor de Al este del Edén, Las uvas de la ira, Tortilla Flat.
Alex Haley. Ithaca, New York. 1921 Se inició en la escritura cuando trabajaba de guardacostas. Se traslada a N.York donde realiza entrevistas para la revista Playboy, como la de Miles Davis. Es coautor de la autobiografía de Malcom X, lectura obligada de todos los activistas negros de los 60.
Francis Scott Key Fitzgerald. Minnesota 1896 - 1940. Uno de los más importantes escritores del siglo XX. Portavoz de la “generación perdida” que a pesar de sus importantes novelas debió recurrir a crónicas y relatos cortos para llevar su tren de vida. Autor de El ultimo magnate, A este lado del Paraíso, Hermosos y malditos.