Vaya por delante que no está en mi ánimo justificar o defender la actuación de Eva de Anta al frente del Ayuntamiento de Arrecife. Personalmente su actuación política, como gestora de la tercera capital de Canarias, me parece que deja mucho que desear, por no decir que, en algunos aspectos ha sido nefasta.
Lo que sí creo que es justo es poner las cosas en su sitio y llamar a las cosas por su nombre.
La actual alcaldesa ha tenido que lidiar en su periplo municipal con todos los toros de la ganadería política conejera, incluidos los de su propia formación política.
Que un dirigente político tenga en contra a los partidos de la oposición es lógico y razonable, faltaría más que no fuera así, es su obligación.
Lo que ya no es ni lógico ni razonable, es que desde su propio partido estén empeñados en complicarle la existencia hasta el infinito y mas allá.
En el tiempo que lleva como máxima responsable del Ayuntamiento se pueden contar con los dedos de una mano los apoyos recibidos en su gestión política. Me salen tres o cuatro como mucho.
En esta operación de acoso y derribo, la oposición ha hecho su trabajo, con más o menos fortuna, con más o menos acierto, pero llevando a cabo la labor que se les encomendó. Su labor al frente de la Institución se puede, mejor dicho, se debe criticar dentro de los cauces políticos establecidos y, ante esa coyuntura, nada se puede decir.
Lo que realmente me parece kafkiano es que sea dentro de su propia formación política de donde le vengan los mayores problemas a la hora de ejercer un cargo ya de por si complicado, por la enjundia del puesto, por, en algunos casos, la propia inexperiencia y formación que tiene y porque para ser la regente de un municipio tan importante dentro del contexto municipal Canario, hay que tener algo más que lo que ha demostrado la buena de Eva.
Pero en el fondo, siendo su responsabilidad y asumiendo desde el principio que el puesto la quedaba un pelín grande, toda la culpa no la tiene ella.
Llego a la alcaldía en unas circunstancias especiales, no era la cabeza de lista y la toco asumir una responsabilidad, como consecuencia, más que probable, de la irresponsabilidad de otros.
Ahora bien, los que está haciendo su propio partido no tiene nombre. Los que la han sustentado en el poder ahora, por obra y gracia del bendito dinero, quieren quitársela de encima para que sea otro el que pueda cobrar lo que ella cobra. Al final, todas las luchas intestinas de los partidos se resumen en las ganas que tienen nuestros políticos de llegar a un cargo, bien remunerado, poco cualificado y que te garantiza algo que en su vida privada nunca han tenido. Bien es cierto que eso no pasa solo en el PSOE, ya que los demás están todos a lo mismo. Cuando la política se convierte en una ocupación laboral pasa lo que pasa, el pueblo les importa un carajo mientras su cuenta corriente este bien servida.
Creo que Eva es responsable de lo que es, sin quitarle a su labor ningún demérito, pero lo de su gente clama al cielo. Menos mal que siempre la quedará el apoyo de su escudero fiel, que no es miembro de su partido, sino curiosamente de otro, Don Tomás, que, fiel donde los haya, se ha conjurado para que a su Alcaldesa no la tosa nadie, venga de donde venga.