Llevamos ya unos cuantos días de encierro forzoso y la sociedad todavía no se ha dado cuenta de la cruda realidad.
Mientras haya un descerebrado que considere que las normas son para que las cumplan los demás, porque yo soy el más listo de la clase, es que algo está fallando en el sistema.
Hay cosas que, a estas alturas de la pandemia, tengo muy claras.
Tengo claro que los políticos, cuando tienen que demostrar lo que realmente son, lo demuestran bien a las claras y sin ningún género de dudas, son una banda de inútiles a los que, como siempre, solo les mueve su propio interés.
No es solo porque llegan tarde a casi todo, menos a cobrar claro que para eso son los primeros de la fila.
No es solo porque nos obligan a tomar, a los ciudadanos, medidas de confinamiento que si bien, por un lado son fundamentales para salir del pozo en el que el virus nos ha metido, por otro lado nos generan unos daños colaterales que estos iluminados dirigentes patrios, no saben o no quieren evitarnos.
Las crisis, independientemente del tipo y por el motivo que sean, generan una nueva clase de ciudadanos que sin merecérselo se convierten en los nuevos pobres de la sociedad. En las crisis puramente económicas, los grandes beneficiados son los que ya son ricos, los funcionarios que no pierden su puesto de trabajo, ya que no conozco una crisis económica que haya supuesto el despido de un solo funcionario público y todos aquellos que saben hacer negocio con las miserias de los demás.
Esto hasta ahora era así, en lo que se refiere a las crisis derivadas única y exclusivamente de algún terremoto financiero o económico, como una crisis bursátil o la explosión de alguna burbuja inmobiliaria alimentada artificialmente por los grandes poderes especulativos patrios e internacionales.
Las crisis producto de conflictos bélicos también producían el nacimiento de nuevos pobres y la consolidación de los muy ricos. Aunque es cierto que en estas, lo más grave era la pérdida de vidas.
Pero con el coronavirus hemos asistido a algo nuevo.
Por un lado, las ya comentadas medidas sanitarias puestas en marcha por el gobierno, como siempre y para no variar, tarde y mal. Como siempre, Pedro y sus secuaces solo ven los cuernos del toro cuando ya se los ha metido hasta el corvejón.
Por otro lado, las medidas económicas que han decidido implementar, son una cortina de humo para tapar sus miserias políticas.
Lo de las ayudas a los autónomos es una autentica tomadura de pelo para un sector que, mal que le pese a alguno, está sosteniendo el verdadero tejido productivo de este país.
Además de ser medidas insuficientes por lo insignificante de las cuantías económicas, van a llegar cuando el beneficiario lleve un mes pidiendo limosna por las esquinas. Alguien que conozca en profundidad la capacidad de gestión que tiene la administración a la hora de tramitar algún tipo de documento, se cree que van a sacar adelante los miles y miles de expedientes que se van a tener que tramitar como consecuencia de los daños económicos que el COVID-19 ha causado a los autónomos?
Las ayudas prometidas solamente se pueden conceder después de haber estudiado y comprobado los datos que los trabajadores por cuenta propia le han aportado a la administración, para verificar que, efectivamente, han perdido el 70% de la facturación en comparación con la media de lo facturado en LOS ULTIMOS SEIS MESES.
Esto es tan torticero que a Pedro, Pablo, Jose Luis, Carmen y esta banda de políticos que nos dirigen, sería bueno recordarle que el país, o sea ESPAÑA, esa que hasta hace bien poco Pablo, el Duque de Galapagar, no quería nombrar, había entrado en recesión, es decir, que los sectores productivos más débiles de la economía nacional, o sea los autónomos, ya estaban padeciendo el inicio de otra crisis.
Pero no solo esto sino que el ministro del ramo, cuando un periodista le pregunto si aquellos que tuvieran alguna deuda con la seguridad social, por no haber podido pagar la cuota del autónomo como consecuencia de esta incipiente crisis o de alguna otra que arrastrara, tendrían derecho a la ayuda, sin encomendarse ni a Dios ni al diablo, este fenómeno le contestó que si, sin ningún problema, eso sí, siempre y cuando cancelara la deuda pendiente antes de solicitar la prestación. Así, a palo seco y sin anestesia.
Estos son los que nos gobiernan y a los que cada cuatro años les firmamos un cheque en blanco para que sigan así.
El virus no ha enfermado a los españoles, solamente ha puesto de manifiesto que estos ya estaban enfermos antes de su misteriosa aparición en Wuhan. El virus es malo, tremendamente dañino, con una mortalidad entre determinados sectores de la población que da miedo. Es un virus que genera situaciones dantescas y de una crudeza humana difícilmente superable, como no poder despedir a nuestros muertos, que mueren en la más absoluta soledad y sin un último beso que les recuerde lo mucho que significaron para los que los perdimos.
Pero el virus se acaba curando, más pronto que tarde, con más muertos o con menos, pero se cura. La enfermedad que está demostrando la sociedad no tiene cura, es más, se agrava a medida que pasan los años.
Pero ojo, que no solo está enfermo el político que tiene que mantenernos sanos en cuerpo y bolsillo, porque el alma no me lo toca. Es de estudiar y muy en profundidad, el comportamiento de algunos ciudadanos, demasiados para mí, que todavía se creen que esto es un juego de niños y que ellos están exentos de cualquier cumplimiento de la orden porque son los más listos de la clase
Lo que estamos viendo a diario con algunos sacando gallinas a pasear, otros que se creen que están de vacaciones y se van al pueblo a pasar el finde, algunos que piensan que ir al supermercado varias veces al día es lo normal y otros muchos comportamientos bastante más serios que estos, demuestra que en este país hace falta mucha pedagogía, educación y, en muchos, una ostia bien dada con fundamento (perdón por el improperio pero no hay palabra que exprese mejor y con más contundencia lo que alguno merecería llevarse a casa)
En fin, esperemos que lo mucho que estamos padeciendo los ciudadanos sirva para algo, aunque sinceramente, conociendo la clase que nos rodea y lo bien que van a escapar de esta crisis, dudo mucho que esto cambie.
Hoy es el COVID-19, mañana será el ESPID-52 y así sucesivamente. Esta sociedad no tiene remedio mas allá de que, una y otra vez, siempre seamos los ciudadanos los que demos la talla ante la adversidad, los ciudadanos y los que trabajan en la sanidad, los que se encargan de la seguridad y todos aquellos a los que este virus no les deja en casa.
¿Y los políticos? Bien gracias