El debate del lunes me dejó varias reflexiones.
La primera es que tenemos una falta de talla política que asusta, una carencia de categoría política más propia de una república bananera que de una sociedad moderna, más concretamente, de una sociedad que es la cuarta economía de la zona euro.
Resulta difícil de entender cómo es posible que los cuatro candidatos a gobernar este país dieran un espectáculo político tan pobre, tan falto de calidad y con tanta ausencia de soluciones para los graves problemas que tenemos los españoles en nuestro día a día.
Siendo esta reflexión un problema grave, no es la única conclusión que saque de ese espectáculo circense en el que se ha convertido la política patria.
Del análisis de lo ocurrido el lunes, hay una cosa que no me ha terminado de quedar claro, ¿quién nos va a gobernar a partir del 27 de Junio?
Mariano insiste en la gran coalición, consciente de que la mayoría absoluta no la saca ni concurriendo solamente el PP a las elecciones. El PP es un partido, a la vista de lo acontecido con la corrupción en los últimos años, que es capaz, sus dirigentes claro, de jugar solos al monopoli y hacerse trampas ellos mismos.
Tengo claro que mientras el bueno de Mariano siga al frente de la gabarra popular, no hay Dios que pacte con él, por mucho que nuestro Señor sea todo lo benevolente que se pueda ser con los pecadores.
Por otra lado, Pedro juega con varias opciones. La primera es que nunca hará presidente ni a Mariano ni a ninguno que provenga de las filas populares. Eso él lo tiene claro o, por lo menos, eso dice aunque dudo mucho que los barones y Susana al final piensen lo mismo visto el panorama que le espera a los sociolistos nacionales.
La segunda es que con Pablo, Pablito, Pablete, ese fenómeno público emergido, cual Neptuno del fondo de los mares, del laboratorio de ideas que es la Complutense, no va ni a tomar un cafecito. Ya ha dejado claro, por lo menos él lo tiene así, que ni a Mariano ni a Pablo hace el presidente del gobierno.
Sigue pensando que el único capaz de enderezar la gabarra nacional es él, su partido y, a tenor de lo visto, el apoyo de Albert.
Con este panorama, su política de pactos se ha convertido en una partida de Mus, negando la mayor de la gran coalición, envidando media a pequeña por el apoyo de Ciudadanos, sin más pares de dos cincos, sin juego por la negativa a Podemos y con el punto más bajo que el coeficiente intelectual de todos los cerebros de Sálvame juntos.
Lo del tercero en discordia ya es de traca.
Dicen las sagradas escrituras que Dios creó el mundo en seis días y al séptimo descanso. Lo que no se dio cuenta el bueno de Jehová es que ese día que no fue a trabajar una de sus creaciones, de nombre Pablo y de apellido Iglesias, curiosamente el mismo apellido con el que, con el paso de los tiempos, se le llamaría a la casa de sus discípulos, le levanto la silla y le dejo compuesto y sin creación.
Pablo es de esas personas que cuando se levantan por la mañana, después de atusarse la melena y ponerse la coleta de progre, se miran al espejo y se dicen a sí mismos eso de que guapo soy y que culito tengo. La prepotencia hecha hombre.
No concibe otro país que no sea el presidido por él, simplemente porque así lo considera. Todo lo que no sea su melena ondeando por los jardines de la Moncloa es malo para todos los españolitos, que asistimos entre atónitos y desconcertados a como alguien con tan poca humildad y sentido del ridículo puede ser capaz de presidir nuestro desgobierno nacional.
Está claro, por lo visto en el desbate, que no debate, que no va a hacer presidente a Pedro, ni a Mariano ni, mucho menos, a su alter ego Albert.
Y de Albert que decir. Después de las elecciones de diciembre, su propuesta era un pacto con Pedro que tenía que contar si o si con la connivencia parlamentaria de Mariano ante la negativa de Pablo a acostarse en semejante catre.
Se aprovechó de muchos de los votos de los desengañados del PP, que veían en él una solución para bajar los humos a los dirigentes populares y así cambiar muchas de las cosas que habían hecho estos durante su periodo con mayoría absoluta, para mercadear en ese templo del despropósito patrio que es el Congreso y así negociar un gobierno con Pedro a la cabeza y él, como no podía ser de otra manera, a su lado controlando las cucharillas de azúcar que tenía que ponerle al Presi en el café durante el consejo de ministros de los viernes.
Suscribió un pacto a sabiendas que era papel mojado, que no iba a ningún sitio y que lo único para lo que servía era para preparar la campaña que se avecinaba, en la que el eslogan de Ciudadanos sería “POR MI NO FUÉ”.
Pues a tenor de lo visto, ahora que todos aseguran que unas terceras elecciones no van a celebrarse, ¿alguien más cualificado que yo, que son muchos, me puede decir cómo se lo van a hacer?
Dado que, según todos los indicadores, nadie va a tener mayoría absoluta, si en el Parlamento a Mariano no le va votar ni el Tato, a Pedro solo le apoya Albert, que no suman, a Albert no le va a dar para ser segundo con lo que no será candidatable y Pablo a los tres mosqueteros les produce sarpullido, las posibilidades de que hayan nuevas elecciones para el hastío y desesperación de la sociedad española y el recochineo de ese monstruo internacional que habita mas allá de los mares y cuyo sentido de la elegancia más absoluta es un chándal recién lavado, son más que reales.
Yo no tengo ni idea de política pero vaticino esto: va a gobernar Soraya con el apoyo de Albert, la abstención de Susana y el corte de melena de Pablo.
Se habrán dado cuenta, porque así son de inteligentes, que he nombrado a Soraya y a Susana y esto obedece a que por el bien del país, Mariano se tiene que ir y a Pedro le van a dar el finiquito, al contado y no en diferido.
Y si me equivoco, que puede ser, nos vemos volviendo al cole en Noviembre o Diciembre.