martes. 16.04.2024

Muy de vez en cuando, no todo lo que a mí me apetecería, gusto de tomarme una copa en el Castillo de San José.

Y en una de esas visitas para mi copichuela, me encontré de pronto con unos señores dando de beber agua salada a unos caballos. Esbocé una sonrisa. No más. Ni me disgustó, ni me creó un desasosiego tremendo ver a los equinos abrevando en la puerta de Porto Naos. Anecdótico, simplemente.

Con este tema del mundo artístico, siempre ocurre que me transporto a muchos años atrás, a una cafetería o hamburguesería, no recuerdo muy bien el local, a una pregunta que me hacía en plan coña un amigo: ¿Serapio, para ti, qué es el arte?

Yo me quedé mirando al techo y con cara de intelecto, buscaba una respuesta que pudiera definir y contestar la pregunta con cierta dosis de enjundia artística. Mientras, el preguntón, mostraba una sonrisa burlona y a todas luces bromística, observando mi preocupación por hallar una respuesta, que de todas, todas, no iba a encontrar.

Otro compañero, más cercano a mi silla, me soltaba un codazo llamando mi atención para apuntarme con entusiasmo que “elarte” era morirse de frío. Naturalmente aquello acabó con sonrisas y risas.

Y con respecto a eso, reconozco que hay obras de arte que dejándome frío, casi helado, no me da por reírme, sino por mostrar cierta tristeza, algo de pena y un poco de cierta melancolía, a merecernos la exposición pública de mejores imaginaciones.

Vaya por delante todos mis respetos siempre a los artistas, pues también han de saber, que no soy experto crítico, ni entendido de ningún tipo de inspiraciones, pero está claro que no puede molestar, que si algo gusta, se acepte claramente, y si no nos gusta, también.

Particularmente, muy particularmente, no me disgustan esos caballos en esa esquina arrecifeña. Imagen extraña, diferente, en un paisaje de barcos, de contenedores, de grúas y hierros varios mostrando herrumbre.

Tengo entendido que se ha tratado de una donación de veinte o veinticinco años por parte de un artista, y ya por ello, vaya mi respeto adelantado, que luego se los llevará, o si interesara, pues se adquirirían. No sé el coste que ha supuesto plantarlos a beber en tan refugiado sitio.

El Coordinador de Todas las Áreas del Cabildo le cogió ojerizas a esos jinetes desconocidos, que nada le han hecho, que se sepa, pero hay que despegarlos de ese lecho marino y esconderlos donde sea menester, con tal de que él no los vea, ni nadie nunca más.

Y aquí empiezan las cuestiones del interés particular, más que el del general de los ciudadanos. ¿A qué amigo tiene previsto el señor Espino alquilarle unos nuevos Aljibes para esconder a esos caballos con sus jinetes? ¿De cuánto será el alquiler mensual de ese almacén amistoso, los próximos veinte o veinticinco años? ¿A qué empresa ya le tiene casi adjudicada el despegue y traslado de esas esculturas, estatuas, o como quiera que las denomine el Coordinador de Todas las Áreas del Cabildo? ¿Y si en el traslado, o durante el arranque para sacarlas del agua, le rompemos una pata a un caballo y o le fastidiamos la columna al jinete, cuánto costará indemnizar la rotura de esas obras de arte? En fin…

¿Por qué no me creo su altruismo y su desinterés, señor Espino, de esa inusitada y magnánima efervescencia por preservar el entorno del Castillo de San José, por ser Centro Turístico que contó con la supervisión, dirección y asesoramiento de César Manrique? Desde las cristaleras del restaurante se observa un muelle de contenedores horrendo, feo, poco agradable a la vista, ¿a dónde ha pensado usted trasladar el muelle?

¿Hasta por esa estúpida idea, de la particular memoria histórica conejera de deshacer los diez años de Pedro San Ginés, está dispuesto a embostarse y a que le pillen con tan míseras monedas?

¿De verdad le has soplado a la oreja a la Presidenta electa, que no efecta, (de efectividad) pues el presidente eres tú, que coja pico y pala rumbo al cementerio de Haría a desenterrar a César, para que la asesore sobre reformas, mejoras y ampliaciones que haya que hacer en los Centros y en los del futuro, si se decidiera que hay que realizar un Centro Turístico nuevo?

Nada sorprende a estas alturas de la profanación de tumbas cuando de interés electolero se trata. Y hombre don Carlos, qué sé yo, César ya no está, y su Fundación es la que menos lo necesita, que ha sido la primera que ha renegado de él, queriendo incluso ocultarle su historia vital, con la presunta orden de secuestrar algún libro. Así que contraten a vivos. A los varios de artistas estupendos de esta isla que nos puedan ofertar y sorprender con nuevas ideas y creaciones distintas.

Creo que no acierta señora Corujo con el pendiente Espino colgando en ese lóbulo suyo. Dele un manotazo a la oreja y despegue ese salcillo que no le augura cosas buenas. Esos 3.250,00 €uros mensuales ahórrenoslo, inviértalos en mejor cosa. Me decepcionó usted, que ya sé que mi decepción le importa una higa, nada más tomar posesión con ese nombramiento espinista y el secuestro de un libro por no gustarle lo que dice, a quien consideras equivocadamente tus amigos. ¿Usted progresista? ¿Socialista? ¿Democrática?

Cuando don Carlos Espino, señora Corujo, la deje un ratito a solas y no sea su marioneta por un momento, coja vida propia y vaya al diccionario. Refresque el significado de esos vocablos tan enjundiosos.

No se obsesione Presidenta, calcule el coste de retirar del mar esos caballos y dedique ese dinero a Cáritas y a sacar del Paro a algunos trabajadores. En todo caso, no los esconda en un almacén, instálelos en el jardín del Coordinador de Todas las Áreas del Cabildo. Sí señora Corujo, caballos para el jardín del que en realidad es nuestro Presidente del Cabildo.

A los del otro jardín autonómico, a los del Gobierno ese de las Flores, por favor, dígales que no nos suban la luz, ni impuestos a las comunicaciones informáticas, ni el de transmisiones y sucesiones patrimoniales, ni de ningún otro tipo. Dígales en serio señora Corujo, que vuelvan a traer la ley electoral; y de setenta prescindibles, reduzcan a cincuenta los parlamentarios. No estudien la subida de impuestos, estudien la reducción de representación política, a todas luces excesiva e innecesaria de este pizco islas.

Y don Jacobo Medina, Vicepresidente de la Nada. En los escaparates, cualquier maniquí es más importante y relevante que usted. Diga algo. Haga algo. No sé, muévase un poco. Es para saber si usted está vivo, no más.

Caballos para el jardín de Carlos Espino
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