Finalizamos el pasado viernes la proyección del documental ‘Encuentro con Eduardo Galeano’ y la tertulia sobre el contenido del mismo, con la sensación de que hoy faltan muchas más voces alternativas dentro y fuera del arte, como la del escritor uruguayo fallecido hace 10 años, que digan la verdad sin falsedades, voces que usen un mismo lenguaje íntimo y público, la verdad nacida de la razón y el corazón, voces que abran espacios de expresión propia, “que no sean los ecos de la voz del amo”, que rescaten la esencia y sentido auténtico de la vida para sacudirnos de la dictadura electrónica y mediática, del poder distanciado del bienestar ciudadano y el consumismo que nos reduce en mercancías.
Doy gracias a los educadores Camino Marcos y Andrés González por invitarme a Culture Club Lanzarote a compartir con amantes de la literatura y la cultura el documental que produje el año 93 durante la celebración del Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias, aquella trigésima tercera edición donde Eduardo Galeano fue presidente del jurado. Culture Club es un acogedor punto de encuentro de lectura y promoción de las artes y el pensamiento crítico localizado en Playa Blanca.
La entrevista hecha documental, acompañada de la lectura de pasajes del ‘Libro de los abrazos’ por parte del mismo autor, nos acerca a la amplia dimensión de su sentipensar, su interpretación del mundo, increíblemente vigente, integrando pensamiento, sentimiento y emoción, como una unidad inseparable en la comprensión de la realidad, lo que hizo en toda su trayectoria desde que publicó en el 71 ‘Las venas abiertas de América Latina’. Galeano se define como escritor y periodista, también violador de fronteras literarias y burlón de los señores aduaneros que etiquetan a los escritores en un solo género literario.
Del 71 al 93, año de producción y difusión del documental, pasaron 22 años de la publicación de ‘Las venas’. En 2016, que presenté el documental en la Casa de la Cultura de Yaiza, se cumplieron 45 años del libro; y este 2025, ‘Las venas’ suma ya 54 años de publicación, va camino de convertirse en adulto mayor y casi que tenemos el mismo retrato que el siglo pasado: “el triste espectáculo del mundo donde la justicia y la libertad andan separadas”.
Después de meterse en esos terrenos escabrosos de la economía política, sin ser economista, ni sociólogo, ni politólogo, como lo admite Galeano, pero sí con el rigor de la investigación, metido de lleno en una realidad marcada por espantosas desigualdades y traduciendo todo este incomprensible caos en lenguaje cercano al lector, Eduardo Galeano nos cuenta cómo emprendió la aventura de otro de sus títulos de referencia, ‘Memorias del fuego’, que realmente no es un solo libro, sino tres volúmenes publicados entre el 82 y el 86, engendrados como una conversación con América “donde ella me cuenta qué violaciones y actos de amor era venida, era nacida’.
Aparte de las contradicciones sociales y económicas, el escritor sitúa la realidad en el terreno del odio y el amor, en el terreno de los placeres de la vida “y también de tantos horrores y lastimaduras que tenemos en las tierras nuestras, como vemos en las gentes nuestras”. De ‘Memorias’ da el salto al ‘Libro de los abrazos’ (1989), esta vez un diálogo consigo mismo, pero no una charla narcisista, más bien “un diálogo con muchísima gente que uno tiene adentro”, hechos verídicos, maravillosos y horrorosos escritos por Galeano con la misma ironía, crudeza, ternura, simbología y cadencia con la que habla.
El de ‘Los abrazos’ es un libro de relatos breves como ‘Cazador de historias’, que dejó terminado y fue publicado en 2016 por editorial Siglo XXI, un año después de su muerte, para recordarnos sin decirlo que los nadies siguen siendo los hijos de nadie, los dueños de nada, que no son seres humanos, sino recursos humanos, que no tienen nombre, sino número. Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata, como dejó apuntado en ‘El libro de los abrazos’.
Cristian, un uruguayo residente en la Isla, me contaba en la sobremesa del acto en Culture Club que durante su juventud tuvo la oportunidad de sentarse y hablar con Eduardo Galeano en un bar de Montevideo, exponiendo la profundidad de su discurso, convicción y cercanía de siempre. Quizá por los duros años de dictadura militar y violación de derechos, la juventud uruguaya tiene historia de militancia política. Cristian me decía además que era usual ver a Pepe Mujica reunido con jóvenes en espacios públicos escuchando sus inquietudes y preocupaciones.
Hay figuras que traducen su compromiso en trabajo y arte, compromiso que en Galeano alimentó su energía creadora para describir la alegría de vivir, la capacidad del hombre de sobreponerse y levantarse cuando cae y vuelve a caer, obra que nos ayuda a ver la otra o verdadera realidad de nuestro mundo “que en vez de ser la casa de todos se ha convertido en el campo de concentración de la mayoría de sus habitantes”.