El exprimer ministro canadiense Jean Chrétien, liberal y no comunista, aireó esta semana que a Trump le importa poco el Estado de derecho, nada nuevo bajo el sol. También dijo que es un personaje que no durará para siempre en la presidencia, otra obviedad. Lo cierto es que las palabras de Chrétien explicitan su deseo, como el de muchos, que se largue rápido.
Entre tanto, tendremos que seguir soportando su chantaje cotidiano global, su política de misil y muerte y su estrategia de amenaza y guerra comercial abierta desde que volvió a la Casa Blanca. Los canadienses se pararon firmes y advirtieron en mayo que su país “no estaba en venta”. Habló entonces, delante de Trump, su primer ministro Mark Carney, rechazando así de plano cualquier propuesta de adhesión como estado número 51 de USA.
En un nuevo chantaje, Trump acaba de romper relaciones comerciales con su vecino por la divulgación de un anuncio producido por la provincia de Ontario, la más poblada de Canadá, que utiliza documentos de archivo del expresidente Ronald Reagan criticando los aranceles. Así funciona el autoritarismo que millones de estadounidenses vociferan en manifestaciones convocadas en su propio país.
Canadá soporta desde agosto el castigo de aranceles de más del 35 por ciento, sin duda, un duro golpe para sus exportaciones y economía, y para la de cualquier país, pero el castigo también lo recibe quien lo propina. Empresarios estadounidenses no solo denuncian una caída sustancial de visitas turísticas de canadienses, menos facturación para complejos alojativos y empresas asociadas a servicios turísticos, sino que afirman que ya la gente percibe que “cruzar la frontera es arriesgado”, dura afirmación para un país que alardea de libertad y democracia.
Las amenazas de Trump unieron al pueblo de Canadá que respalda la independencia y cualquier intentona de injerencia en asuntos internos, lo que no está pasando en Colombia, país históricamente absorbido por una democracia de papel, de dinero, corrupción y compra de votos por parte de clanes de familias politiqueras, narcopolitiqueras y narcopolitiqueras - paramilitares que ven en el Gobierno de Gustavo Petro una seria amenaza a la mamanza de la clase política tradicional que lleva más de doscientos años chupando riqueza desde su postura de poder en la República. La traición al país, no a Petro, que gobierna desde el 7 de agosto de 2022, se convierte en una normalidad cuando están por delante sus intereses personales. Hay que repasar detalladamente la historia.
Esta vez la excusa de Trump para atacar a Canadá es el anuncio con la voz de Reagan cuestionando los aranceles, pero el pasado verano fue la supuesta falta de cooperación canadiense para frenar el flujo de fentanilo y otras drogas ilícitas a través de la frontera. Canadá defendió que solo el uno por ciento de esa droga sintética que llega a USA procede de su territorio.
Esta estrategia política de señalamiento por presunta permisividad con el tráfico de drogas es la misma estrategia que despliega Trump atacando, de palabra y militarmente, a países de Sudamérica y el Caribe, claro, según quien sea, porque Ecuador, que hoy por hoy es el corredor principal de salida de cocaína de la región está libre de culpa, según la doctrina trumpista. El presidente conservador, Daniel Noboa, nació en Miami, posee doble nacionalidad y forma parte de la familia más rica de Ecuador.
Trump, que regresó a la Casa Blanca en enero de este año con una sentencia bajo el brazo como autor de treinta y cuatro delitos de falsificación de facturas, cheques y registros contables, el primer presidente convicto en la historia de USA, un resultado democrático, que, pudiendo ser incomprensible, todos aceptamos como voluntad ciudadana en las urnas, incluida la de muchos latinos a quien Trump no tardó en expulsar familiares, tiene el morro de acusar al presidente colombiano de narcotraficante y asesino, sin pruebas, con el aplauso de la derecha corrupta colombiana, que sí que tiene un saco de robos, crímenes de Estado y asesinatos por represión.
No le gustó a Trump que Gustavo Petro fuese el primer mandatario que señalara con nombre propio el genocidio de Israel en Gaza con la connivencia de USA (van más de 66.000 muertos y el alto el fuego no se está respetando), no le gustó a Trump que Petro dijera en la última Asamblea de Naciones Unidas, en Nueva York, que le faltaba más decisión e inversión para controlar el consumo interno de drogas, su compra y venta en las calles o que no se lanzara a la captura de narcos que viven en Miami, Nueva York o Dubái.
Tampoco le gustó que el presidente legítimo de Colombia se negara a prestar el territorio nacional para facilitar presiones o invadir a Venezuela, y eso que Petro mantiene serias diferencias con Maduro por centrar todo el desarrollo económico alrededor del petróleo y la dependencia excesiva de combustibles fósiles en época de transición energética. Colombia rechaza, como rechaza Venezuela, las agresiones militares que se producen con flotas de guerra en aguas del Mar Caribe y el Pacífico con la excusa de atacar por mar y aire lanchas supuestamente al servicio del narcotráfico en acciones desproporcionadas que bombardean antes de disuadir. Ya hay denuncias del Gobierno colombiano que se trata de ejecuciones extrajudiciales que suman cerca de cuarenta muertos, algunos de ellos pescadores, según declaran familiares de las víctimas que también instan a USA a presentar pruebas que justifiquen estas actuaciones.
Canadá, Colombia y México, entre otros países, son amenazados por Trump con la estrategia de endurecer las medidas contra el tráfico de drogas y subir aranceles. También está siendo amenazada España con más tasas por negarse a invertir el 5 por ciento de su PIB en defensa, como pide la OTAN. Todos son factores interesados de intimidación enfocados en su verdadero objetivo de fortalecer el poder geopolítico y económico global observando el mayor potencial de China y las alianzas del gigante asiático con Latinoamérica. Y si hace falta violar el Tratado Internacional de Libre Comercio (TLC), pues también se viola como hace con Colombia.
Lo que sí puede enseñar Colombia, y así lo hizo ante Naciones Unidas, son pruebas contundentes de su lucha contra el narcotráfico a partir de 2022: 16.000 hectáreas donde se cultivaba hoja de coca transformadas en cultivos lícitos de alimentos para la población, eficacia en la incautación de droga por parte de las Fuerzas Armadas con récord de resultados de operaciones efectivas en la historia del país y sin matar personas.
No le gusta a Mr. Trump que le lean la cartilla y Petro se la leyó sílaba por sílaba, hasta recordarle, porque él más que nadie lo sabe, que la mayor amenaza de USA ya no es la cocaína, sino el fentanilo cuya producción y consumo sigue en aumento sin que la sociedad note un control sobre su compra y venta.
Supongo que a Trump tampoco le gustó que Petro le recomendara leer Cien Años de Soledad “para que sepa de verdad lo que es la soledad”. La obra maestra de García Márquez y otros títulos han sido censurados en colegios de varios estados de USA, sí, la literatura universal censurada en el país de las libertades y la democracia.
