Por Miguel Ángel de León
Te han saturado tanto con tanta promesa electoral, tanta unánime llamada al voto, tanta amenaza de huelga en tantos sitios y tanta tontería que prefieres cerrar los ojos a la rabiosa -rabiosísima, sí, y aburridísima- actualidad. Te pesan los párpados como nunca antes, te entran unas ganas tremendas de mandarlos a todos a coger burgaos al risco y, en ese instante fugaz en el que logras olvidarte de esa matraquilla inútil e improductiva, la memoria, que viaja a la velocidad del rayo, te retrotrae a la infancia, la patria de todo hombre (y mujer):
Es agosto y aprovechamos las vacaciones escolares para emprender la gran excursión "al extranjero". Salimos de San Bartolomé muy de mañanita, casi escuchando cantar al gallo, y llegamos a La Tiñosa como Colón al nuevo mundo: absolutamente maravillados y sin poder dar crédito a lo que íbamos viendo en las playas próximas al pueblito marinero. Habíamos escuchado previamente muchas historias fantásticas sobre no menos fantásticas mujeres nórdicas, rubias como el trigo, esculturales y todo eso que decían las revistas. Pero no nos creíamos del todo que se pusieran a andar por la orilla de la playa casi desnudas, con apenas un trapito al sur del ombligo.
-Que sí, muchacho, que me lo contó mi tío que trabaja de pescador con una barquita que tiene allí.
-Cállate, mentiroso, que las tías que ve tu tío son como los pescados que dice que pesca: mentiras como una casa.
-Ya lo verás.
-Pues si eso es verdad no nos van a dejar entrar a la playa, porque tenemos diez años y Franco lo tiene prohibido.
-)Qué Franco ni qué ocho cuartos, bobato? La playa es de todo el mundo, y sobre todo de los que nacimos aquí en Lanzarote.
En Fariones apenas había nada, aparte de algunas frágiles barquillas de humildes pescadores. Pero sí era cierto que llegaban turistas de Europa. Cada vez más, y cada vez con menos ropa.
-Mírala: allá en la punta de la playa hay otra. Está medio desnuda y viene para acá...
La mujer llegó a nuestra altura. Venía hablando con un tipo canoso y canijo, aparentemente mucho mayor que ella.
-Es alemana, porque habla muy bruto...
-Pues tu padre debe ser alemán también, porque hablando tampoco es que...
-A ver si te vas a llevar un puñetazo en el tronco del oído, por confianzudo.
-Dice el maestro que a las alemanas las llaman también teutonas...
-Que es teutona salta a la vista. Mal empleaditas batatas para un sancocho...
-Mi madre dice que se desnudan porque no creen en Dios.
-O porque tienen calor, a lo mejor.
-Sí, sí que empieza a hacer calor. Chacho, chacho... Yo ya estoy sudando.