Por Miguel Ángel de León
Ya no eres voz. Sólo eres eco. Eco con muy mala idea y peor intención y con un mensaje desviado de la voz original, pero simple eco, pues no representas a nadie desde el momento y hora que nadie se siente representado por ti. Nadie de los que estaban contigo hasta que tú hacías como que estabas con ellos quiere que sigas siendo ni un segundo más su portavoz en ningún sitio, institución o tribuna. Vete cogiendo el recado, que ya te lo han hecho llegar por todas las vías posibles, por activa (rueda de prensa en San Bartolomé y notas aclaratorias cuando has dado la nota) y por pasiva (pasando de contestar a tus penúltimos exabruptos públicos que buscan no más que provocar una reacción y que sólo alcanzan a provocar verdadera lástima).
Ahora estás en el amargo trance de ir lamiéndote las heridas por las esquinas, como el otro damnificado del PSOE. Unas heridas de las que nadie más que tú y tu creciente egocentrismo y manía persecutoria -pura paranoia-, deben culpa. Y ahí te andas, practicando el nepotismo en el corto espacio cabildicio donde todavía te queda capacidad de regate, ya por muy poco tiempo: quitando a unos, colocando a otra. Maniobras desesperadas para agarrarte al clavo ardiendo del cargo público que todavía te permite tener voz en los medios y utilizar éstos para seguir haciendo daño a los mismos que te auparon al puesto.
Y manipulando. Es lo tuyo: tratar como marionetas a los que se prestan a ejercer de títeres en tus manos, teóricos guinchos a los que manejas como inocentes pajaritos de pico corto y escaso vuelo. Allá ellos si se dejan hacer, aunque a lo peor ni siquiera deben culpa, pues todavía les dura los efectos de la hipnosis. Ya despertarán cuando logren abrir bien los ojos y desparramar la vista, por decirlo en canario. Entonces verán tu verdadera cara, la que ya te han descubierto la mayoría que te acaba de desenmascarar y que en mayo te descabalgará de sus listas, por listo.
Ya te lo han dicho todos: nadie te excluyó. En exclusiones eres tú el especialista (mira cómo han salido todos los que estuvieron cerca de ti en el Cabildo), y en autoexclusiones también. Actitud muy típica del chinijo ruinito y mimoso, el que se cree por encima del resto de la jarca/harca y se ve superior a toda la pandilla, porque él es el centro de todas las miradas en tanto que protagonista de las mayores payasadas (logro que nadie podrá discutirte, a fe mía). La pista central del circo está exclusivamente reservada para el gran titiritero. Y ahí te vas a quedar: con toda la pista para ti solo... y las gradas vacías, porque sólo una vez se le ríen las gracias al presunto chistoso. Sólo una vez se dice que la calabaza está buena, porque a la segunda cata ya empalaga. Elemental sabiduría popular.
Tampoco nadie osará discutir que tu empeño de hacer daño ha sido en vano. Has estado a punto de sembrar la especie de que tampoco Alternativa era alternativa válida a lo ya existente, a lo de siempre. No has hecho más daño porque no te han dejado, porque te vieron venir... un poquito tarde y con sol, sí, pero te columbraron. Prueba de ello es que los enemigos naturales de AC han terminado aplaudiéndote, pública y publicadamente. Empírica constatación de que ahora sirves, consciente o inconscientemente, al enemigo. Un enemigo que, con amigos como tú, nadie necesita.
Vete buscándote otro echadero. Despreocúpate del sentido del ridículo, que tú nunca lo conociste, como es triste fama. Échale morro, que a ti te sobra.
SALTAPERICO: Tira de mixto que explota al rasparla, de entretenimiento o juego peligroso para niños. (Gran Diccionario del Habla Canaria, de Alfonso O'Shanahan). (de-leon@ya.com).