lunes. 12.05.2025

Por Miguel Ángel de León

Es Encarna de noche. Y de todas horas del día, porque Encarna, nuestra lugareña Encarna Páez encarna -valga la redundancia- a la mujer pública un ratito plasta que da la vara y la tabarra a todas horas, casi como su tocaya fallecida Encarna Sánchez, otra que tampoco era manca a la hora de dar la lata, que empezó en la radio siendo primero “Encarna de Noche” y se consagró en las ondas como “Encarna de Tarde”, en la Cadena propiedad de la Conferencia Episcopal (COPE para los amigos y demás personas piadosas). Si me dieran o diesen a elegir entre las dos Encarnas, me quedaría con ninguna, por supuesto y por descontado, pero soy consciente que tengo gustos muy raros. Culpa mía, pues.

Si hay fiestas en el horizonte, y en Lanzarote las hay semana sí y semana también (así de serios somos aquí, señora), Encarna Páez está a todas horas en todos lados, siempre que no confundamos estar con hacer, pero en ningún sitio está como es debido, a juicio de los administrados que pagan de sus bolsillos esas fiestas, esos pitos y esas flautas o voladores que acaban casi siempre en puritito fiasco. Recuérdese no más los últimos carnavales o sangineles, sus dos y únicas especialidades, que no ha dejado contento a nadie.

Dicen de ella que quiere ser la novia en la boda, la chinija en el bautizo, la muerta en el entierro, la cantante en el escenario y hasta la Reina Maga en la Cabalgata de Reyes, por lo que me juran los masoquistas convictos y confesos que se gozan (es un decir) todos esos actos presuntamente lúdicos, que no lúcidos.

Me cuentan los que saben y los que la siguen -que ya son ganas- que ella aprovecha su calidad -más que mala, peor, por lo visto, leído y escuchado- de concejal (concejala dicen ahora lo que no saben lo que dicen) de Festejos para reventar los mismos encaramándose en los escenarios a hacer como que canta en los mencionados sangineles o “ENCARNA-vales”.

Quienes no la quieren bien aseguran que cada vez que la mujer abre la boca la encharca, como se ha visto otra vez a cuenta del intento de amordazar o controlar las murgas carnavaleras, cuyas letras (generalmente más malas que carne pescuezo, salvo escasas o contadísimas excepciones, puestos a contar verdades) quería someter a una censura previa. “Precisamente ella, que está como para ponerse a leer nada”, apostilla un murguero de los de toda la vida de Dios.

Si a mano viene, Encarna se lía la manta a la cabeza y desenchufa el cable para que la televisión deje de emitir los mensajes de los telespectadores, unánimemente coincidentes casi todos en la crítica a la concejal mani-FIESTA-mente incompetente. Y ahora va y -según me cuentan fuentes dignas de todo crédito y consideración- se encarama encima de los camellos, los pobres, a tirarles caramelazos a los chinijos como si fuera paje (o paja, por lo políticamente correcto) de Sus Magnánimas Majestades.

Es un ciclón de mujer, ya ustedes ven. Pero muchos no la tragan, y le decían en la Cabalgata de Reyes del otro día de casi todo menos graciosa a la graciosera: “Encarna, bájate al menos del camello, ya que nunca te bajas del burro. Y que alguien te apee también del cargo, que te viene ancho, incluso a ti, que no eres precisamente una sílfide...” La gente es que es muy mal hablada. Y Encarna, que lo sabe a ciencia cierta, quiere al menos evitar que esos comentarios negativos sobre su persona, en tanto que cargo o carga pública, se escuchen sobre el escenario o en las televisiones.

Se rumorea que los estrategas de CC ya le entonan a ella y a su paisano graciosero Marcos un “que en Páez descansen”. Ni ella ni él ocuparán puestos de salida en las inminentes listas electorales, pues ambos han terminado más quemados que la cachimba de un indio. Pero pueden acabar ejerciendo de asesores... no me pregunten de qué, de quién ni para qué. (de-leon@ya.com).

Mujer de rompe y rasga
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