Por Miguel Ángel de León
Como tiene algo más de medio dedo de frente, vino a Lanzarote por cuenta propia y no invitada por ningún ayuntamiento sureño de los que le pagan el gratis total o los totalmente tontos (toletes televisivos y por ahí). Pero ha estado en nuestra isla de incógnito, aunque a ella le cuesta más que a muchos pasar desapercibida (por la fama y por la forma). Les hablo de Cristina Almeida, la ex comunista que tiempo atrás acabó siendo expulsada por Anguita de Izquierda Unida (Hundida la llaman otros), porque se maliciaba don Julio que doña Cristina y compañía eran meros submarinos del PSOE. Anteanoche me la tropecé según salía de una discoteca en Puerto del Carmen a muy altas horas de la madrugada. Aprovechando que seguramente bebe menos que lo que come la invité a una copa en una clandestina cantina próxima, y aproveché -ya metidos en harina- para hacerle una suerte de entrevista de urgencia, pues estaba muy habladora y largona (nada raro en ella, a fe mía).
-Dígame, cristiana...
-Perdona, me llamo Cristina, no cristiana. Yo con la Iglesia católica, apostólica y romana no tengo nada que ver, que una es comunista y a mucha honra...
-Pero también es comunista, o eso dice él, Fidel Castro, y de último se lleva de maravilla con el Vaticano...
-Ya, pero es que Fidel, por aquello de la edad, ya está chocheando...
-El Clinton era mucho más joven que el presidente cubano cuando estaba en la Casa BLanca y también “chocheaba”, dicho sea con perdón...
-Eso es un chiste fácil, y ese lenguaje es claramente machista.
-Pues sí que están ustedes las feministas como para afear el lenguaje de nadie. Como usted bien ignora, los grandes culpables del “verbicidio” que se está cometiendo actualmente contra el idioma español son, aparte de los periodistas papanatas, los ecologistas y los economistas (estos últimos al menos tienen la excusa de que "hablan otro idioma"), sus propias compañeras de credo. Mientras los ecologistas -un suponer- se inventan pazguatadas como lo del “turismo sostenible” o el “ecofeminismo”, las feministas se sacan de la manga a las “jóvenas” de doña Carmen Romero, el “feminismo ambiental” (áteme usted esa mosca por el rabo) y otros disparates por el estilo...
-Bueno, yo creo que los ciudadanos y las ciudadanas...
-Ahí tiene otro mal ejemplo: ciudadanos y ciudadanas. Me recuerda usted a una diputada psoecialista que años atrás tuvo a bien retomar la otra matraquilla recurrente sobre el lenguaje supuestamente sexista, ignorando ella, a estas alturas del nuevo siglo y milenio, que todo idioma no solamente es inocente sino asexuado. La diputada de marras se debe entretener mucho en el jardín de su casa haciendo la distinción entre las hormigas y los hormigos, entre las abejas y los abejos, para que los animalitos no se sientan discriminados oralmente. Mire, cristiana, aquí lo que hay es mucha "falta de ignorancia", por decirlo en canario...
-No tengo muy claro si lo tuyo es una entrevista o un mitin, mi niño...
-Es que hay cosas que uno no puede callarse, por más que la moda o lo políticamente correcto aconseje lo contrario. Como usted bien ignora, el feminismo tiene mucho más de sinónimo de machismo que de antónimo por aquella razón de que los extremos y los extremistas se tocan...
-Eres un ratito misógino...
-Misógamo, en todo caso. Y encima me he dejado el dinero en el coche. Va a tener usted que pagar la tres copitas, caballera.
[NOTA DEL AUTOR: Cualquier parecido con la realidad puede ser algo más que simple o simplona coincidencia]. (de-leon@ya.com).