miércoles. 14.05.2025

Como no frecuento mucho el lugar, a Dios gracias, en el Ambulatorio de Valterra me equivoqué de sala de espera y confundí Oftalmología con Ginecología, que ya son ganas de confundirse, caracho, pero es que resulta que están pegaditas la una con la otra. Me llamó un poco la atención, eso sí, el hecho de que todas las que yo creía que tenían problemas de vista fueran mujeres (es decir, que todos los pacientes fueran “pacientas”, por decirlo en el lenguaje políticamente estúpido que hoy está tan de moda). También me mosqueó un pizco, puestos a contar verdades, el hecho de que todas me miraban primero y luego se miraban entre ellas, como queriendo decir algo que seguro que no era lo que a mí me hubiera gustado que dijeran o pensaran para sus adentros de ellas. Pero hice como que no me afectaban las miradas ajenas y agarré la única revista que había en la mesilla central, que venía siendo una de esas que llaman “para la mujer”, aunque si yo fuera o fuese una de ellas me sentiría insultado, pues allí únicamente se habla de truquitos de maquillaje, de cocina y por el estilo... sin olvidar, claro, los horóscopos, porque no hay revista femenina que no dé por hecho que no hay mujer que ose salir a la calle antes de saber cómo está su signo zodiacal y qué le barruntan las estrellas a su sino, lo cual es tanto como decir que todas son supersticiosas y creen a rajatabla en tamañas tomaduras de pelo. ¿No es eso una afrenta a la condición femenina? No digamos ya a la condición feminista...

Pese a todo, caí en la tentación de ojear/hojear la revistita de marras, sin caer en la cuenta ni atar cabo alguno ante la otra llamativa casualidad de que todas las que estaban sentadas a mi lado andaban un poco sobradas de barriga (como yo, por otra parte).

Tampoco había otra cosa que leer, y a la fuerza ahorcan. Aparte, claro, que tengo la fea costumbre de echarle al menos un vistazo a todo lo que cae en mis manos (excepto la publicidad bancaria o política, que hasta ahí podíamos llegar. Mentiras, las justitas, pero ni una más). Debe ser una suerte de acto reflejo, que lo llaman. En la sección de Cocina de la citada publicación mensual se muestra un plato, con su llamativa foto y todo. Se trata de el “Foi mi cuit a las especias” (o sea, chino para los que no alcanzamos ni a freír un huevo), y hay un apartado que señala “Dificultad: Fácil”. Bonito juego de palabras, a fe mía. Y supongo que si el plato a preparar fuera -un suponer- una paella como Dios manda, en ese mismo apartado se diría entonces “Dificultad: Difícil”, valga la redundancia, porque paellas en su punto y con el arroz sueltito y seco se ven ya cada vez en menos sitios (yo comí una de las peores en Valencia, un suponer, y me han colocado en la mesa del más refinado restaurante grancanario el más incomestible de los sancochos que he probado nunca).

Algunos papafritas creen que escribir mal, pateando el idioma venga o no a cuento, es revolucionario. Si esa bobada fuese verdad, nuestros políticos dejarían chico al mismísimo Ernesto Che Guevara. Ya quisieran muchos de ellos. Lo que sí es cierto, empero, es que escribir mal es muy fácil: cualquiera lo sabe hacer. Más elementales juegos de palabras: me parece negativa la discriminación positiva, por supuesto y por descontado. Y la cuota femenina, y el coro feminista y el cacaraqueo feminoide. Y Radomir Antic (esto no viene a cuento, pero no me lo podía callar por más tiempo) diciendo en la radio, durante la retransmisión del Milán-Barça, que “Ronaldinho sólo sabe hacer bicicletas”... hasta que éste le tapó la boca con el pase mágico que sirvió para marcar el gol ante el equipo de Berlusconi. Y -retomo el hilo argumental- me parece igual de negativa la imagen que se da de la mujer en las publicaciones teóricamente destinadas a las mismas (no en todas, de acuerdo, pero en gran parte de ellas). Negativa e insultante para la inteligencia de las potenciales lectoras. Y creo...

-Chacho, ¿y tú que haces en el ginecólogo?

-Nada, aparte del ridículo.

[Suerte que llegó un conocido que venía también a hacerse mirar la vista y me vio y me avisó a tiempo. Señor Sosa, por caridad cristiana, haga usted que no vuelvan a colocar Ginecología al ladito justo de la consulta donde va la gente con problemas visuales]. (de-leon@ya.com).

En el ginecólogo
Comentarios