lunes. 12.05.2025

Por Miguel Ángel de León

El arte de la inocentada es una tradición, como es triste fama. Y lanzar la cabra desde el campanario de la iglesia. Y mentir en campaña electoral (y en pre-campaña, y durante todo el mandato político). ¿Hay que mantener entonces, contra viento, marea y mareos, todas las tradiciones? Si fuera o fuese así, en Canarias se seguiría practicando todavía el infanticidio (nunca mejor dicho en hablando de la matanza de los santos inocentes), como en tiempos de los majos y otros guanches, y en Roma seguirían echando a los cristianos a los leones, o los leones a los cristianos, tanto monta. Otra cristiana, Cristiana Narbona, la ministra ojos-de-Cleopatra de Medio Ambiente (con perdón por la redundancia, pues el medio y el ambiente son la misma vaina, al igual que la memoria y la historia, pero a los ministros de Zapatero no hay quien les pueda enseñar ya a hablar: moro y mora y loro y lora viejo/a no aprenden idiomas), quiere acabar con la tradición de darle muerte al toro en la plaza, con lo políticamente incorrecto que es eso en estos tiempos tontos.

En hablando de las inocentadas periodísticas, de las que ayer les previne aquí mismo, a mí la que más gracia me ha hecho siempre ha sido, curiosamente, la del único periódico que se jacta desde su nacimiento de no haber publicado una inocentada en toda su historia. Les hablo de El País, que en realidad publica durante todo el año una inocentada justo debajo de su cabecera, donde se puede leer lo de “diario independiente de la mañana”, precisamente ahora que ya no quedan vespertinos. Como chiste, esa presunta independencia no tiene precio, a fe mía, pues pocos medios son tan descara y declaradamente sectarios y partidistas como los que se engloban en el rebautizado como Imperio Prisa (Grupo Risa lo llaman otros). ¿Y lo de dar como ganador, en portada y con foto a todo color, al rival demócrata de Bush, el tal John Kerry, en las pasadas elecciones gringas, fue inocentada o simples y simplonas ganas de confundir deseos con realidad? A otro perro con ese hueso...

Al igual que lo que sucede con lo de las felicitaciones navideñas, también se está perdiendo la originalidad a punta pala en esto de las inocentadas. Todo suena ya a muy visto, oído o leído. Un dato: justo unos minutos antes de empezar a escribir esta columna recibo un correo electrónico firmado por un supuesto Colegio Oficial de Geólogos, y enviado casualmente este mismito 28 de diciembre de 2006, bajo el título: “Inminente erupción en el Teide”, y una foto (¿montaje?) adjunta en donde esa anunciada erupción ya es un hecho, por lo que allí se ve. Desde luego, el “notición” juega con el hecho cierto de que, más pronto o más tarde, y según coinciden en señalar todos los expertos, el Teide acabará entrando en erupción, uno de estos años o siglos (ahí es donde no hay coincidencia ni certeza científica; pasa como con los timadores de la videncia: lo ven todo menos el número exacto de la Lotería o la Bono-loto, que ya es mala pata).

Ya que nos hemos ido hasta Tenerife, a mí me late que para erupción verdadera y sonada, la otra que ya se ha producido un poco más abajo del cráter del pico más alto de España, justo a las faldas del padre Teide, allá por la Playa de las Teresitas. Erupción, corrupción y lo que no está ni en los escritos. Eso sí que son inocentadas y quintadas (de los políticos hacia sus administrados, se sobreentiende), y no las de la prensa o las del supuesto Colegio Oficial de Geólogos. Terremoto político del bueno, a fe mía. Lo demás es leche machanga, por decirlo en canario. (de-leon@ya.com).

Bromas pasadas y pesadas
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