La situación económica desde el inicio de la pandemia ha ido evolucionando, ahora ha llegado al punto de inflexión de volver a la actividad. Aunque no conviene apartar la mirada de esa gran guerra económica que se está librando desde diferentes frentes. Existe un enfrentamiento mundial en el que las grandes potencias como son China y Estados Unidos se disputan el dominio económico global, en la que cada uno de nosotros, desde nuestra posición poco podemos decidir, ya que las grandes corporaciones que están detrás, salen muy poco o nada en las noticias y son precisamente los que mueven los grandes hilos de la economía mundial.
Otro frente que existe, es el conflicto de Europa con sus diferentes estados; como el choque entre los socios del norte con los del sur, unos con economías muy solventes dispuestos a ayudar a los menos solventes, a cambio de contraprestaciones que les permita mantener su nivel. Como hemos visto al inicio de la pandemia, durante y ahora en la desescalada del confinamiento, países en los que sus dirigentes repliegan velas, para navegar en la gran tormenta que se avecina, retornando sus empresas a sus orígenes desde los países en los que se ubican actualmente, para mejorar sus economías.
Nos acercamos a los conflictos que más directamente nos afectan, el pulso del Estado con los interlocutores sociales que deberán decidir qué políticas económicas y laborales se deberán aplicar (subir o bajar impuestos, recortar o no, a quien y cuánto) teniendo en cuenta que como siempre desde hace mucho tiempo, dependemos más del exterior. Y por último la disputa personal que cada uno tendría que realizar para subsistir en este escenario de guerra económica sobrevenida.
Como en la contienda sanitaria, los que dictan las normas y luchan contra el virus son los científicos, sanitarios y epidemiólogos, ahora en la económica los encargados de dictar las normas no deben ser los políticos de turno, sino economistas, que seguro que ellos independientemente de colores políticos sabrán la mejor manera de salvar la economía de cada uno de los escenarios.
En conclusión, estas cuatro batallas que se desarrollan en escenarios distintos, según los economistas, pasan por una misma solución. Que es aumentar los ingresos vendiendo, y, por lo tanto, hay que producir. Además, disminuir los gastos haciendo bandera de la austeridad en todos los frentes, endeudándonos lo menos posible. Solo siendo capaces de hacerlo podremos sobrevivir a esta descomunal crisis económica que nos ha golpeado.