domingo. 15.06.2025

Agencias

El agente de los Tedax que desactivó la mochila bomba de la comisaría de Puente de Vallecas declaró este lunes en el juicio del 11-M que le “sorprendió” el tipo de artefacto con el que se encontró al analizar la mochila que contenía el explosivo, porque "era absolutamente diferente" de lo que habían visto hasta entonces y no “se correspondía con el [tipo de bomba] que utilizan otros grupos terroristas autóctonos" en España. Además, el agente ha subrayado que el sistema de detonación era “sencillo pero muy ingenioso”, basado en la utilización de un móvil como iniciador.

La jornada de este lunes del juicio del 11-M que se lleva a cabo en la sala especial de la Audiencia Nacional en la Casa de Campo se centra en los agentes de desactivación de explosivos que localizaron e intentaron desactivar las tres mochilas cargadas de explosivos que no estallaron el día del atentado. Dos de ellas explotaron mientras los técnicos intentaban desactivarlas y una, la conocida como mochila de Vallecas, pudo ser neutralizada.

El agente Tedax encargado de desactivarla ha calificado la bomba como “sencilla pero ingeniosa”, ya que estaba estructurada de forma que fuera activada por un teléfono móvil, “algo que no había visto nunca” en sus experiencia profesional, “totalmente diferente a lo que conocíamos” y que “no se correspondía con [el tipo de bomba] que utilizan otros grupos autóctonos”, en referencia a ETA. Sí en cambio, se parecía a artefactos que fabrican "grupos terroristas de Oriente Medio".

El agente ha relatado que examinó la mochila y comprobó que había una "bolsa de basura azul con un nudo amarillo", del que salían unos cables. Los cables conectaban el sistema iniciador, el móvil, con la "masa explosiva" compuesta por 10 kilos de explosivo y había 600 gramos de metralla. Entiende el agente que la mochila estaba "preparada para explotar" y que no lo hizo "por casualidad", "porque no estaban encintados los empalmes (los cables que conectaban explosivo y móvil)" y se tocaron, provocando un "cortocircuito" que impidió que el "impulso eléctrico" llegara desde el móvil al detonador. Le sorprendió de que los cables no estuvieran encintados, lo que le lleva a pensar que hubo "dos manos".

Una que preparó el sistema de detonación "muy ingenioso, complicado", basado en que el móvil hiciera de iniciador, y otra responsable de "la chapuza de los cables". La primera persona sería un experto, alguien "que sabía muy bien lo que hacía", mientras que la segunda sería alguien que recibió instrucciones y que no era experta.

Ha relatado que la de Vallecas era "exactamente igual que las bombas de Atocha y el Pozo" que los agentes intentaron desactivar el mismo 11-M, sin éxito. También estas bombas tenían el mismo emplamado de cables y la razón por la que no explotaron era la misma. Sin embargo, en esos casos, los policías intentaron un mecanismo de disrupción con agua a presión, lo que hizo que estallaran. Por ello, avisado por sus compañeros de lo que había pasado en esos casos, desestimó desactivarla de la misma forma, ya que entendía que era una "prueba fundamental".

Agente 65.255

También ha declarado otro de los agentes de los Tedax que participó en la desactivación de la mochila de Vallecas y en el intento fallido de desactivación de otra mochila recogida en la estación de El Pozo. Este agente ha corroborado la declaración de su compañero. Ha dicho que el explosivo era el mismo, que tampoco en este caso los cables de conexión entre el móvil y la masa explosiva estaban encintados. Esta segunda mochila fue encontrada en el andén de la estación porque algún policía municipal la extrajo del tren y la depositó fuera para su examen. Al tener abierta la solapa de cierre, "la abrimos completamente y vimos un móvil bocabajo, cables enmarañados y una bolsa de basura azul clarita con un lacito amarillo".

La furgoneta Kangoo

Tras los Tedax, ha declarado el responsable del grupo de Policía Científica de la comisaría de Alcalá de Henares que inspeccionó la furgoneta Renault Kangoo localizada en las cercanías de la estación de esta localidad. En su testimonio, ha asegurado que "no apreció" en el vehículo ningún objeto sospechoso o que pudiera revestir peligrosidad" en el primer análisis visual del contenido.

Tras ser informado de que el vehículo podía tener que ver con los atentados, ha dicho que a su llegada ya se encontraban en la zona los guías caninos enviados para detectar la posible presencia de explosivos. Tras los perros, el testigo inspeccionó "a unos 15 o 20 metros" la furgoneta. "Es posible que hubiera objetos pero nada me llamó la atención porque buscaba algo que revistiera peligrosidad", ha dicho, señalando además que una rejilla impedía el paso desde la parte trasera hasta la zona del conductor, donde posteriormente se localizó una bolsa con explosivos. No inspeccionó esta zona en ningún momento.

“La bomba de Vallecas era absolutamente diferente de lo que habíamos visto"
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