El problema histórico que ha tenido el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) desde que comenzó esta nuestra andadura (me encanta el señor Cuesta) por la democracia ha sido el mismo: el exceso de largue. No es que la histórica formación que fundó Pablo Iglesias en 1876, poco antes de que España dejara de ser un Imperio para convertirse en lo que es hoy en día (desastre del 98 con la pérdida de las colonias y el vergonzoso repaso que nos dio Estados Unidos en Cuba), tenga exceso de tallas grandes. Lo que le ocurre al PSOE es que casi todo el mundo que accede a la cúpula de la formación, a la Federal, se cree con derecho a decir y contar lo que le viene en gana. No digamos nada si el tema se traslada a los lugares pequeños. Llega a alcanzar el disparate. La cosa viene de lejos. Ya en la época del felipismo, los trece años de gobierno de Felipe González, la lengua fue el peor de sus problemas. No pasaba nada en el PSOE que no se supiera a los veinte segundos de haber ocurrido. Con el Gobierno, tres cuartos de lo mismo. Se movía cualquier papel y una legión de periodistas estaba encima de él por si debajo hubiera algo que fuera susceptible de convertirse en titular. Esta habilidad socialista, también hay que admitirlo, les sirvió para tener durante el 11-M más y mejor información que el Gobierno del Partido Popular (PP). La red de informadores que crecieron al amparo del largue fue espectacular, y se les pasó lógica factura por los favores prestados.
El exceso de democracia interna que hay en el PSOE (algunos consideran que es bueno) provoca situaciones tan insólitas como las que estamos viviendo en estos momentos. Sale el secretario de Organización, José Blanco, que se supone que es el que organiza el cotarro, y suelta que Juan Fernando López Aguilar sería un magnífico candidato a la presidencia del Gobierno canario; luego sale Jerónimo Saavedra y le dice a Blanco que se tendría que meter la lengua por el lugar donde la espalda pierde su casto nombre y que las decisiones relativas a Canarias se tienen que tomar en Canarias; luego sale el ministro de Justicia y dice que él no tiene intención de abandonar su puesto hasta que termine la legislatura y reprocha a Blanco su actitud... Al final, el bueno de la película, José Luis Rodríguez Zapatero, ZP para los amigos, interviene, aplica talante y más o menos todo queda en su sitio... ¿Todo? Pues no, claro que no, nada queda en su sitio. Al día siguiente, otra vez el largue, las interesadas filtraciones a los medios, más o menos con el mismo orden pero con la introducción de nuevos personajes. Y así llevamos varios meses, de tal manera que la prensa de las Islas todavía no tiene demasiado claro si a López Aguilar lo van a colocar como candidato o no. Mucho me temo que no, porque el que tiene todas las papeletas es Jerónimo Saavedra, el hombre fuerte del Partido Socialista Canario (PSC), el que manda en la sombra y en el sol.
Supongo que habrá mucha gente a la que no le gustará demasiado, pero a mí me divierte mucho ver la jaula de grillos en la que se convierte el PSOE cuando está en el poder. En la oposición la cosa era más o menos civilizada. Sólo los intentos de asalto al poder y las puñaladas traperas daban algunos titulares, pero nada parecido a lo que ocurre ahora.
Los magníficos asesores del partido con más solera de los que pululan por nuestro espectro social, esos que se inventaron lo de ZP y que crearon una resultona campaña de acoso y derribo contra un ingenuo PP al que le dieron tortas hasta en el carnet de identidad de Aznar, deberían meter mano al asunto del largue. Va siendo hora de que alguien imponga un poco de disciplina externa. Va siendo hora, sobre todo, de que convenzan tanto a la vieja como a la nueva guardia de que el exceso de sinceridad y de transparencia no casa con la proyección de una imagen seria, cohesionada y poderosa.
En Lanzarote ocurre tres cuartas partes de lo mismo. Aquí larga todo el mundo. Te cuentan cada cosa, te filtran cada noticia. La última, que no sólo me ha llegado a mí sino que se ha extendido como la pólvora por todas las redacciones, tiene que ver con la supuesta lucha interna que existe entre dos pesos pesados que se estarían disputando la Secretaría General que en teoría va a dejar Manolo Fajardo después de las elecciones.
¿Quiénes son los que están dando las mayores puñaladas traperas, obligará alguien al que no le gustan los recambios a la vista a Manolo Fajardo a que se piense lo de abandonar la dirección del partido? Todo es posible, y que nadie se preocupe, nos enteraremos, porque de las cosas internas y externas del Partido Socialista siempre nos terminamos enterando.
P.D: Antes de que se marchen de aquí me gustaría manifestar mi queja formal a la Casa Real por el trato que dispensó la seguridad de las Infantas a nuestra fotógrafa, Dory Hernández, el día que llegaron al hotel Princesa Yaiza. Era la única profesional que se enteró del momento de la llegada al hotel, y estuvo esperando en la puerta, sin esconderse y sin hacer cosas raras, para intentar captar una instantánea que ilustrara la portada de este modesto periódico local. Como sólo estaba ella, dos auténticos sabuesos que parecían más Pujol y Cannavaro que policías, se pusieron delante de ella todo el tiempo para que no fotografiara a las Infantas. Me da la sensación de que podrían haber utilizado otros modos y maneras de hacer su trabajo, y confío en que no se aprovecharan de que Dory es una mujer.