Mi amigo Andrés de Tenerife me dijo que “ni de coña” iban a permitir que un juez les impidiera lanzarse a las calles estos días. “Yo salgo, y luego que venga el juez a pedirme que me vaya a casa”, me dijo con la socarronería que le caracteriza. Eso fue antes de que otro juez dijera que lo de suspender los carnavales callejeros era una majadería similar a la de prohibir que los toros corran por las calles de Pamplona en los Sanfermines. Y es que mi amigo Andrés, como muchos otros habitantes de esta tierra -casi todos menos mi compañero Miguel Ángel de León y algún que otro despistado-, vive con auténtica pasión estas singulares fiestas.
Este lunes comenzó el concurso de murgas. Para mí es sin duda alguna lo mejor de los Carnavales. Creo que tiene un mérito tremendo que el panadero de la esquina, el contable, el electricista, el fontanero, el dependiente del súper y el enfermero del hospital se junten, le pongan letra y música a la actualidad, ensayen durante meses, se coloquen un disfraz y se coloquen ordenados en un escenario para cantar y para soplar por una trompetilla. Nunca he tenido la oportunidad de participar en ninguna murga. Si alguien me lo propusiera, no sé si sería capaz de hacerlo. Creo que no.
Insisto. Admiro a toda la gente que tiene el sentido del humor necesario para subirse a un escenario a cantar las miserias de una sociedad gobernada por una clase política que no tiene arreglo. Admiro a todos aquellos que le quitan horas a su tiempo libre y al de sus familias para participar en un concurso tan singular como es el de las murgas, muchos a sabiendas de que no tienen ninguna posibilidad de ganar.
Este lunes se disputó la primera fase del concurso. Tengo un respeto tremendo por todos los que participan, pero sin duda mis favoritos, por muchas razones y porque todos tenemos favoritos, son los Desahuciados. No digo que sean los mejores, digo que son mis favoritos. Una vez más no me defraudaron. Tuvieron además el bonito detalle de felicitar a los pregoneros, Los Intoxicados, por sus veinticinco años de historia, que se dice pronto. Hicieron dos canciones geniales, una dedicada a la situación de la política en el Ayuntamiento de Arrecife, con una crítica en algunos momentos bastante fuerte contra los dos agentes de la Policía Local que fueron detenidos en Córdoba y con una coña marinera sobre el despropósito que supuso cambiar el programa de las Fiesta de San Ginés simplemente porque a la alcaldesa no le gustó un pelo cómo había salido en la foto; la otra canción, muy parecida a los monólogos que ahora están tanto de moda, dedicada a un tema que por tenerlo muy fresco me hizo retorcerme de risa en el sillón de mi casa, el tremendo problema que se nos presenta a los padres primerizos cuando nos dejan el marrón de hacer frente a las muchas vicisitudes que plantea un mocoso recién nacido. Eso sí, que conste que no todas las suegras son bigotudas. La mía no pincha.
Me parece muy bien que los políticos a los que se pone a caer de un burro den la cara y estén aguantando el chaparrón de las críticas y el frío de la capital en el recinto ferial. También me parece muy bien la forma en la que gente como María Isabel Déniz encaja el a veces duro contenido de las letras. De la alcaldesa se podrá decir cualquier cosa, pero no que no tiene sentido del humor. Lo sé. Sin embargo, me consta que no todos los políticos se lo toman igual. De hecho, la concejal de Festejos, Encarna Páez, tiene bastante menos aguante, encaja fatal las críticas. No hay que olvidar que intentó incluso imponer una censura previa a las letras de las canciones que finalmente, y por la presión de los murgueros, se quedó en nada. Como decía Gila al contar la anécdota de los bestias de su pueblo que se dirigían a la madre de un chico al que se habían cargado después de gastarle una broma: “señora, si no sabe aguantar una broma, váyase del cargo”. Me apuesto algo a que el intento de censura va a ser uno de los platos fuertes en la final del viernes.
El concurso ha arrancado muy bien. Cuando salga a la luz este artículo ya se habrá celebrado la segunda fase. Estoy deseando que llegue el viernes. Cada año hay más competencia, más rivalidad, y la cosa está más difícil. Todo el mundo mejora y la cosa está muy reñida. Luego llegan los veredictos y no todos terminamos siempre conformes, aunque creo que lo importante, de verdad, es participar. Enhorabuena a todos, de corazón.